Ensayo lingüística y política
”El sexismo lingüístico consiste en discriminar en el uso del idioma, es decir, hablando o escribiendo, a alguna persona (tradicionalmente, a la mujer) por pertenecer a un determinado sexo.”No hay que confundir el género con el sexo, el género es un concepto gramatical, lingüístico; el sexo, en cambio, pertenece a la realidad extralingüística.
Eso explica que podamos decir, por ejemplo, Antonio es una bellísima persona, donde persona (además de sus complementos una y bellísima) muestra género femenino y, sin embargo, se refiere a un varón.
El género de los sustantivos enespañol constituye siempre un indicador de concordancia (edificio es masculino, luego diremos un edificio alto y no “una edificio alta; casa, en cambio, femenino, luego una casa alta y no un casa alto).
En algunos sustantivos, que cuentan con una versión masculina y otra femenina, el género, además, aporta un significado propio: cerezo, por ejemplo, se refiere a un determinado árbol, mientras quecereza a su fruto; entendemos por barca una nave de menor tamaño que un barco...
Entre estos “significados propios” del género de algunos sustantivos se encuentra el sexo de personas y animales; masculino para el varón o macho, femenino para la mujer o hembra (niño/niña, gato/gata).
Ahora bien, con este significado, el masculino en español es, además, el género no marcado, por lo que, salvo enoposición clara al femenino, incluye el significado de éste: si oímos que alguien dice que una pareja no tiene hijos, entendemos que carecen de descendientes de cualquiera de los dos sexos; sólo si se contrasta explícitamente con hija(s) (por ejemplo, no tienen hijos; tienen una hija), entenderemos que hijos se refiere exclusivamente a varones. Es decir, usamos habitualmente el género masculinocomo epiceno*.
*Se da el nombre de epiceno al sustantivo referido a seres animados (personas y animales) “que, con un solo género gramatical, masculino o femenino, puede designar al macho o a la hembra indistintamente o conjuntamente”: trucha, escorpión o persona, por ejemplo, son epicenos.
La repetición obsesiva de la alternancia masculino / femenino (los/as ciudadanos/as riojanos/as o de suvariante la @ (l@s ciudadan@s riojan@s) no sólo no resuelve el presunto problema, sino que lo crea o lo agrava al identificar, contra toda evidencia y artificialmente, el masculino con el macho: ve sexismo donde no lo hay.
La arroba (@) como signo aglutinador del masculino y del femenino resulta inconveniente por ser doblemente artificial: a) Sólo sirve para la lengua escrita; b) Ha de leerse“-o/-a”, por lo que se vuelve a la misma cuestión.
Únicamente las iniciativas antisexistas que no violen el sistema ya consolidado de la lengua-es decir, que no sean artificiales- tienen posibilidades reales de triunfar en la lucha contra el sexismo lingüístico.
Los nombres de puestos, cargos, profesiones o cualquier otra condición que se refieran a personas concretas y determinadas han depresentar de manera exclusiva su versión masculina o femenina según remitan, respectivamente, a un varón o a una mujer: comparecerá ante la subinspectora Sra. Revuelta y no “ante el subinspector Sra. Revuelta”; Ha dado a luz la jefe de negociado y no Ha dado a luz el jefe de negociado.
No implica sexismo, por el contrario, referirse a los puestos, cargos, profesiones o cualquier otra condición...
Regístrate para leer el documento completo.