Ensayo Peter Drucker En Base a Noticia

NOTICIA DE: Mirada al mundo
Paul Krugman 08 de diciembre de 2005 http://www.eluniversal.com.mx/columnas/53953.html
Después de la reciente muerte del gran teórico de la administración de empresas, Peter Drucker, se publicaron muchos artículos que lo colmaban de elogios.
Sin embargo, me sorprendió que en muy pocas de esas palabras de admiración se mencionara su libro The Age of Discontinuity(La era de la discontinuidad), un trabajo profético que se refleja de manera directa en los encabezados sobre finanzas y en las preocupaciones económicas de hoy en día.
Drucker escribió La era de la discontinuidad a finales de los años 60, época en que la mayoría de la gente daba por hecho que las grandes corporaciones de aquellos días, compañías como General Motors y US Steel, dominarían laeconomía en el futuro previsible. Drucker afirmó que esta suposición estaba totalmente equivocada.
Peter Drucker reconoció que, en efecto, las industrias y corporaciones dominantes de 1968 eran prácticamente las mismas de 1945 y, de hecho, lo eran desde hacía muchas décadas.
"El crecimiento económico de los últimos 20 años ha sido muy rápido. Pero ha sido impulsado en buena medida por industriasque ya eran grandes negocios antes de la Primera Guerra Mundial", escribió. "Cada una de las grandes innovaciones del siglo XIX dio vida, casi de la noche a la mañana, a una nueva e importante industria, y a nuevas grandes empresas. Estas son todavía las industrias y los negocios más importantes de hoy".
Pero todo eso, dijo Drucker, estaba a punto de cambiar. Nuevas tecnologías provocarían eladvenimiento de una era de "turbulencia" como la vivida en el medio siglo anterior a la Primera Guerra Mundial, y el dominio de las grandes industrias y empresas de 1968 pronto llegaría a su fin.
Tenía razón. Considere, por ejemplo, qué pasó con la industria acerera de Estados Unidos. En los 60, la producción de acero era prácticamente sinónimo de fuerza económica, como lo había sido durante casiun siglo. Pero a pesar de que en su conjunto la economía estadounidense generó mucha riqueza y decenas de millones de empleos entre 1968 y 2000, el empleo en la industria del acero estadounidense disminuyó 60%.
Lo que le ocurrió a las industrias también le sucedió a las corporaciones. Muchos de los gigantes corporativos de los 60, compañías cuya primacía parecía permanente, vivieron tiemposdifíciles y fueron desplazados en la jerarquía empresarial por empresas nuevas. General Motors (GM) es sólo el ejemplo más famoso.
¿Y qué con eso? El nuevo jefe es igual al viejo jefe. ¿Qué importa si la lista de corporaciones líderes cambia cada par de décadas si el número total de empleos sigue creciendo?
La respuesta es la razón por la cual el viejo libro de Drucker es tan relevante para lostitulares de hoy en día: las corporaciones no pueden proporcionar seguridad económica a sus empleados si el propio futuro de las compañías es bastante incierto.
Hasta hace poco, los estadounidenses que obtenían un empleo en alguna de las grandes compañías pensaban que establecían un pacto. Ellos serían leales a sus patrones y, a su vez, las compañías les serían leales a ellos, garantizándolesseguridad en el empleo, servicios de salud y una jubilación digna.
Estos pactos eran, en un sentido muy real, la base del orden social estadounidense de la posguerra. Nos gusta pensar que somos duros individualistas y no como esos europeos mimados por grandes estados benefactores. Pero como Jacob Hacker de la Universidad de Yale señala en su libro The Divided Welfare State (El estado benefactordividido), si consideramos el gasto corporativo en servicios médicos y pensiones -gastos que son regulados por el gobierno y al mismo tiempo subsidiados mediante incentivos fiscales- lo que tenemos de hecho es un Estado benefactor que, en proporción a nuestra economía, es tan grande como los de otros países desarrollados.
El sistema resultante es imperfecto: quienes no trabajan en compañías que...