Ensayo sobre futbol

Allí
Allí. Allí estabas tú. Allí estaban también ellos, sobre la grama, en el centro del estadio, allí bajo las miradas de miles personas, allí donde labrarían su leyenda. Allí estaban Agüero y Aguirre e Iniesta y muchos más, allí estaba Solskjaer, Rivaldo, allí estaba Burruchaga, y tantos nombres, tantos partidos, tantas historias, todos ellos hombres perdiendo sus nombres en un segundo,fundiéndolos en el grito de los hinchas y escribiéndolos en la historia al siguiente, en estadios que se caían sobre sí y volvían a levantarse, segundo a segundo de minutos gloriosos, inolvidables, de ciudades enteras alzándose en un grito de triunfo, inundándose de lágrimas, besos, abrazos, todos naciendo de la nada, de un momento a otro, como creaciones espontaneas de una moneda que decidía caer conel lado de la gloria al sol, o a la luna, al astro que nos acompañara ese día en ese minuto indicado y creador: ese minuto que no dudamos en nombrar “Minuto de Dios”.
Y sé que quienes me comprenden también rememoran esos días y la piel cambia, una sonrisa aflora o un triste recuerdo aparece; sé que algunos, insolentes e incomprensibles, te restaran importancia, nos dirán que aquello no es nada,que no trasciende, que no vale la pena ser recordado, mas tú y yo sabemos que sí, que los momentos eternos son eternos porque merecen ser recordados. Porque allí era el Queens Park Rangers quien ganaba, era a ellos quienes la efímera suerte les sonreía; con errores, con coincidencias, la anotación de Zabaleta perdía valor y la derrota condenaba al City: entre sus manos se resbalaba una corona quecaía justo sobre la cabeza de su rival de patio. Allí la mitad de Manchester lloraba, allí la otra mitad sonreía. Pero también allí, sobre el campo donde las proezas nacen, Dzeko ponía la igualdad, de cabeza, como él sabe hacerlo, como si ese gol representara todo lo que él es como jugador, todo lo que había sido en esa Premier, como si ese partido resumiera vidas, resumiera carreras. Allí élempataba, pero para ser campeón había que ganar, como si sonará simple, como si fuera fácil creer que en minutos de adición se anotaría otra vez. Lo raro, lo profético, lo particular era el aire: el aire olía diferente, olía a grandeza, ¿cómo huele la grandeza? Tú me has dicho como huele: huele a una afición que no bajó la voz, huele a unos jugadores que creyeron, creyeron en sí, en su gente, creyeronen el milagro, porque esos minutos no eran de hazaña, eran de milagro, de buscar la gloria ya sin juego, sin estrategia, solo con ganas, con fuerza, con entrega, con sudor, con huevos. Y allí para ese momento, allí para ese aire, allí estaba Agüero.
En otro tiempo, anterior pero igual de eterno, en otro continente, en otra cancha, tal vez en otra vida porque cada partido es una vida de hora ymedia, una final, en realidad el desempate de una final de ida y vuelta, se jugaba en Santiago, en una tarde suramericana, como las concibo: con el sol alumbrando la grama, la gente alentando, el calor sofocante, los veintidós hombres que no jugaban un partido, sino que jugaban el partido, el de la primera consagración para los colombianos y el de la quinta para los uruguayos, aquellos aguerridos,aquellos luchadores sobre el campo, aquellos que hay que matar y enterrar y esperar a que acabe, a que el pitido final cruce el aire, porque ellos no dan una pelota por perdida, ellos no desperdician un minuto y menos desperdician el minuto final. Allí, porque tú estabas allí, ¿cómo no habrías de estar?, allí los noventa terminaban sin goles, condenaban el partido al alargue, y dejaban treintaminutos al devenir de los pies de aquellos de rayas amarillas y negras que tenían que buscarlo, tú y yo sabemos a quién, a aquel que te da vida y me comparte vida a mí, tenían que buscarlo y los colombianos, los del América para ser más exacto, solo evitarlo, solo media hora más y serían grandes, gloriosos, esplendidos. Serían. Serían porque la suerte no lo quiso así, porque él, el gol, apareció,...