Ensayo sobre juventud en extasis
José Luis, el único profesor joven y libertinoque se prestó a acompañarnos a esa fiesta de despedida, al verme solo se aproxi¬mó a mi mesa.
—¿Qué te pasa? —espetó dándome un efusivo golpe en laespalda—. ¿Te libraste al fin de Jessica, la famosa “virginiacasta”?
Reí con reserva. En el ambiente universitario los chismes corríanrápidamente y no era de extrañarse que José Luis estu¬viera enterado de mis conquistas más importantes. Además era un profesor amigable, a quien alguna vez meacerqué para pedirle consejos.
—Sí— le contesté —. Terminamos hace un par de días. Tú sabes: Jessica es de esas chicas que te complacen sólo conla condición de casarse al día siguiente.
—Lo suponía. Y ten cuidado. En esta época hay varios millones más de mujeres buscando matrimonio quehombres, así que…
Asentí sin contestar. El equipo de sonido había sufrido un pequeño desperfecto y el ambiente, sin música estruendosa, era propiciopara la conversación. Pero no me apetecía ahondar más en ese asunto con José Luis, a quien, dicho sea de paso, adiviné dg df g dg gd g g g g
Regístrate para leer el documento completo.