Ensayo Sobre La Medicina Actual

REFLEXIONES SOBRE MEDICINA ACTUAL
 
Tuve oportunidad de atender recientemente a una ancianita  casi analfabeta pero encantadora en su sencillez. Se le habían colocado dos stents en sus coronarias. Dos lesiones más no habían podido ser corregidas por imposibilidad técnica. Persistía su dolor toráxico. Por suerte la prueba de esfuerzo resultó bastante buena. Le expliqué que podríamos manejarlacon medicamentos y que tendría que limitar en adelante sus esfuerzos y que debía ayudarse con tranquilidad y optimismo. Por toda respuesta obtuve un par de lágrimas y un profundo suspiro.  Tras mucho insistir logré conocer mejor su situación: Debía ganarse el sustento, como siempre lo había  hecho, cultivando con sus propias manos un remoto “terroncito de tierra” que poseía en  una remota sierra.Ahora no tendría fuerzas para hacerlo. Ni siquiera para trepar hasta allá. Y lo peor, le rompía el alma dejar en el desamparo a su “angelito” un cuarentón discapacitado de nacimiento a quien un milagro de la cirugía le permitiría sobrevivir por muchos años todavía. – ¿Cómo  ser optimista en esas condiciones? – Tras una larga pausa en que ambos quedamos cabizbajos terminó por preguntarme con timidezsi no sería posible que en lugar de tantos gastos que estaban  ocasionando ella y el hijo le ayudaran más bien para comprar una mulita y pagar de vez en cuando el jornal de un peón. Me hizo sonreír su ingenuidad. Supongo que Sancho no podría haber razonado con más cordura. 
Me dejó la viejita con muchos motivos de cavilación, que me  inducen a escribir desordenadamente lo que sigue, sabedor deque muchos aprovecharán para satanizarme.
 
Nuestros recursos y los de cualquier país, por rico que fuere, nunca serán suficientes para responder a todos los requerimientos de la salud, que crecen como la  espuma en la medida en  que aumentan la longevidad, el sedentarismo, la contaminación, el hambre insatisfecha o saciada con exceso, la violencia, las expectativas novedosas que a cada momentogenera la ciencia, etc. 
La tecnología ha ido produciendo una medicina cada vez más costosa y no siempre mejor, y un convencimiento de que la ciencia puede hacer milagros, que hay derecho de exigir. Hasta hace pocos años los  familiares de los enfermos, cuando debían cubrir de su bolsillo los costos, nos solicitaban, a veces de mala manera, que no siguiéramos haciendo esfuerzos inoficiosos,motivados para sus adentros por nuestro deseo de explotarlos, cuando vislumbraban que no había esperanza para su ser querido o  a su cargo. Hoy, cuando el seguro es el que paga, se aferran a que mientras haya un soplo de vida hay esperanza y exigen que se continúe la lucha hasta después del último suspiro, sin importar costos. Había naturalmente las excepciones de quienes sintiéndose obligados a ello porcariño y por escrúpulos de conciencia se arruinaban con costos de interminables  hospitalizaciones. Los médicos, como humanos que somos, queremos sentirnos dioses y nos engolosinamos con los aparatos y procedimientos que nos permiten refulgir como tales, y nos dejamos manejar consciente o inconscientemente por la gran industria que ante todo persigue beneficio económico. Quienes hacen las leyes,aquí y en todas partes, obedecen generalmente a presiones indebidas o solo se preocupan por mantener buena imagen en su electorado, o legislan sin bases suficientes sobre temas que desconocen o que no conocen bien; o se rigen ciegamente por paradigmas que no pueden ser iguales en un país rico que en uno paupérrimo, ni inmutables de una a otra época. 
A mí se me enseñó, y creo firmemente en ello,que hay que dar vida a los años antes que años a la vida; que el beneficio de muchos debe predominar sobre el de uno solo y que siempre hay que colocarse en el lugar del paciente para tomar las decisiones que lo afecten. “¿Que esperaría si  fuera yo el enfermo o lo fuera mi padre?” 
Actualmente el médico se siente obligado a prolongar “vidas” más  allá de lo razonable. Se le ha enseñado que ese...