Ensayo sobre san agustin
Agustín -con sus escritos admirables, con su figura de Pastor ejemplar y, ante todo, con su inquieta actitud de búsqueda de Dios- sigue siendo para todos un maestro que siempre vale la pena escuchar.
"Fuimos bautizados, y se disipó en nosotros la inquietud de la vida pasada" (Confesiones 9, 6, 4).
Con estas palabras simples y breves, Agustín evoca la conclusión de unalarga aventura interior. El renacimiento "del agua y del Espíritu" tiene lugar durante la Vigilia pascual, la noche entre el 24 y el 25 de abril del año 387, en el baptisterio octagonal que Ambrosio, el gran obispo de Milán, recientemente había terminado de erigir.
Finalmente había llegado "a casa", porque había llegado al conocimiento vivo del Señor Jesús y a la comunión con Él; lo cual, aún enlos años más turbios y confusos, había sido el anhelo casi inconsciente de todo su ser.
En su larga dispersión, en medio de la diversidad de las opiniones, y en la maraña de los vicios, había mantenido una especie de inconsciente atracción hacia la persona de Cristo. "Aquel nombre de mi Salvador, de tu Hijo, mi corazón aún tierno lo había absorbido en la leche misma de mi madre, y lo conservabaen lo profundo. Así que cualquier obra en la que Él faltase, así fuese docta y limpia y verdadera, no podía conquistarme totalmente" (Confesiones 3,4,8)
Uno de los momentos decisivos de su conversión se produce cuando se da cuenta de que Cristo no es un personaje literario o una idea filosófica, sino que es el Señor vivo que palpita, respira, enseña y ama en la liturgia y en la vida de la Iglesia,su Esposa y su Cuerpo. Por lo tanto, no es con la investigación erudita y solitaria del intelectual como se puede llegar a Él, sino con la cordial participación en el misterio eclesial, que no es otro que el misterio del Hijo de Dios crucificado y resucitado que se entrega a los suyos.
En tal comunión de vida, el individuo se trasciende a sí mismo y verdaderamente realiza de manera integral sunaturaleza humana como ha sido querida y pensada por el Padre desde toda la eternidad: "Nos hemos transformado en Cristo. En efecto, si Él es la cabeza y nosotros los miembros, el hombre total es Él y nosotros" (Tract. In Ioan. 21, 8), dice audazmente Agustín.
"Lo he dicho frecuentemente y lo repito insistentemente - dice el obispo de Hipona a los fieles "cualquier cosa que seamos nosotros,vosotros estáis seguros, tenéis a Dios por Padre y a la Iglesia por madre" (Contra litt. Pet. 3, 9, 10).
No hay nada más misericordioso de parte de Dios, ni más consolador para nosotros que esta certeza: la certeza de que en la Iglesia que enseña, que actúa, que celebra está siempre la salvación inseparable de cristo.
Quizá fue ésta justamente el provecho más fuerte de su estancia en Milán. Ambrosiono fue para Agustín un interlocutor disponible para conversaciones o charlas personales, pacientes; menos se prestó para hacerle de director espiritual. Sin embargo su aporte a la conversión del maestro africano fue decisivo, justamente porque aquel obispo era un "liturgo" excepcional, que con su presidencia, sabía verdaderamente comunicar el sentido de la presencia activa del Salvador en todos...
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