Ensayo terapia ocupacional
"Ensayo sobre el cansancio"
Título origina]: Versuch über die Müdigkeit
© Suhrkamp Verlag Frankfurt am Main 1989
© Ed. cast: Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1990
© Alianza Editorial, S.A., Buenos Aires, 1990
ISBN: 950-40-0045-2
Hecho el depósito que marca a ley 11. 723
Printed in Argentina ■ Impreso en la Argentina
Digitalizado por: factotum
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Y levantándose dela oración, fue a sus discípulos y los encontró dormidos de tristeza.
Luc. 22,45
Antes sólo conocía cansancios temibles. Antes, ¿cuándo?
Cuando era niño; en lo que llaman la época de estudiante; más aún, en los años de mis primeros amores; entonces precisamente. Una vez, durante la misa del gallo, el niño estaba sentado entre los parientes, en la iglesia del pueblo en el quehabía nacido, llena de gente, inundada por una luz cegadora, resonante de canciones de Navidad que todo el mundo conocía, envuelta en el olor de telas y de cera, y fue acometido por el cansancio que tiene la fuerza de un sufrimiento.
¿Qué clase de sufrimiento?
Del mismo modo que llamamos «feas» o «malignas» a las enfermedades, este cansancio era un sufrimiento feo y maligno; unsufrimiento que consistía en deformar las cosas, tanto el entorno —convirtiendo a los fieles en muñecos de trapo a los que había que estabular; al altar, con su reluciente boato, en la imprecisión que daba la lejanía, en una cámara de torturas, con los embrollados rituales y las confusas fórmulas de los oficiantes—, como al mismo niño, enfermo de cansancio, convirtiéndole en una figura grotesca quetenía forma de elefante, con el mismo peso, la misma sequedad de ojos, las mismas protuberancias en la piel; sacado de la materia del mundo por el cansancio, del mundo del invierno en este caso, del aire de la nieve, del vacío de los hombres, como si estuviera haciendo uno de aquellos viajes en trineo que se hacen por la noche, bajo las estrellas, cuando los otros niños han ido desapareciendo pocoa poco en las casas, y que llevan mucho más allá del límite del pueblo, estaba solo, entusiasmado: completamente ahí, en el silencio, en el murmullo, en el azul del camino que se helaba —«apetece», se decía de este agradable frío. Pero ahora, allí, en la iglesia, la sensación de frío completamente distinta del que estaba encerrado, rodeado por el cansancio, como si fuera una Virgen de hierro, yél, el niño, yo, en mitad de la ceremonia religiosa, pedía y suplicaba insistentemente que me llevaran a casa, lo cual ante todo significaba «¡salir!», y con ello (una vez más) estropeaba a sus parientes una de las horas de convivencia con los otros habitantes de la región, algo que, ya de por sí, al ir desapareciendo los usos y costumbres de aquella gente, era cada vez más raro (una vez más).¿Por qué te culpabilizas (una vez más)?
Porque el cansancio de entonces, por sí mismo, estaba vinculado a un sentimiento de culpa; éste incluso llegaba a fortalecerlo, a convertirlo en un dolor agudo. Una vez más fracasas cuando estás con otra gente: además, una cinta de hierro que te aprieta las sienes, la sangre que se te va del corazón; todavía, décadas después vuelve una vergüenzarepentina ante aquellos cansancios; lo extraño de esto es que luego los parientes me recordarían algunas cosas, pero nunca estos cansancios...
¿Ocurrió algo parecido con los cansancios de mi época de estudiante?
No. Ningún sentimiento de culpa ya. Al contrario, con las horas el cansancio de las aulas llegaba a convertirme incluso en un ser rebelde y ansioso. Por regla general,no era tanto el aire enrarecido y el apiñamiento forzado de cientos de estudiantes como la falta de interés que los que daban las clases mostraban por la materia, una materia que en realidad debería ser la suya. Nunca más he vuelto a encontrarme con hombres menos poseídos por lo que llevaban entre manos que aquellos catedráticos y profesores de Universidad; cualquier empleado de banco, sí,...
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