Ensayo Xvaños
A la mar
La voluntad de Dios por grillos tienes,
Y escrita en la arena, ley te humilla;
Y por besarla llegas a la orilla,
Mar obediente, a fuerza de vaivenes.
En tu soberbia misma te detienes,
Que humilde eres bastante a resistilla;
A ti misma tu cárcel maravilla,
Rica, por nuestro mal, de nuestros bienes.
¿Quién dio al pino y la haya atrevimiento
Deocupar a los peces su morada,
Y al Lino de estorbar el paso al viento?
Sin duda el verte presa, encarcelada,
La codicia del oro macilento,
Ira de Dios al hombre encaminada.
Francisco de Quevedo
A Aminta, que se cubrió los ojos con la mano
Lo que me quita en fuego, me da en nieve
La mano que tus ojos me recata;
Y no es menos rigor con el que mata,
Ni menos llamas su blancuramueve.
La vista frescos los incendios bebe,
Y volcán por las venas los dilata;
Con miedo atento a la blancura trata
El pecho amante, que la siente aleve.
Si de tus ojos el ardor tirano
Le pasas por tu mano por templarle,
Es gran piedad del corazón humano;
Mas no de ti, que puede al ocultarle,
Pues es de nieve, derretir tu mano,
Si ya tu mano no pretende helarle.
Franciscode Quevedo
A Celestina
Yace en esta tierra fría,
Digna de toda crianza,
La vieja cuya alabanza
Tantas plumas merecía.
No quiso en el cielo entrar
A gozar de las estrellas,
Por no estar entre doncellas
Que no pudiese manchar.
Francisco de Quevedo
A la violenta e injusta prosperidad
Ya llena de sí solo la litera
Matón, que apenas anteyer hacía
(flaco y magromalsín) sombra, y cabía,
sobrando sitio, en una ratonera.
Hoy, mal introducida con la esfera
su casa, al sol los pasos le desvía,
y es tropezón de estrellas; y algún día,
si fuera más capaz, pocilga fuera.
Cuando a todos pidió, le conocimos;
no nos conoce cuando a todos toma;
y hoy dejamos de ser lo que ayer dimos.
Sóbrale tanto cuanto falta a Roma;
y no nos puede ver, porquele vimos:
lo que fue esconde; lo que usurpa asoma.
Francisco de Rioja
Pura, encendida rosa
Pura, encendida rosa,
émula de la llama
que sale con el día,
¿cómo naces tan llena de alegría
si sabes que la edad que te da el cielo
es apenas un breve y veloz vuelo?
y no valdrán las puntas de tu rama,
ni tu púrpura hermosa
a detener un punto
la ejecución del hado presurosa.
Elmismo cerco alado,
que estoy viendo riente,
ya temo amortiguado,
presto despojo de la llama ardiente.
Para las hojas de tu crespo seno
te dio Amor de sus alas blandas plumas,
y oro en su cabello dio a tu frente.
¡Oh fiel imagen suya peregrina!
Bañóte en su color sangre divina
de la deidad que dieron las espumas;
¿y esto, pupúrea flor, y esto no pudo
hacer menos violento el rayo agudo?Róbate en una hora,
róbate silencioso su ardimiento
el color y el aliento;
tiendes aún no las alas abrasadas
y ya vuelan al suelo desmayadas.
Tan cerca, tan unida
está al morir tu vida,
que dudo si en sus lágrimas la Aurora
mustia, tu nacimiento o muerte llora.
SILVAS (A la pobreza)
(FranciDesde el infausto día
que visité con lágrimas primeras,
me tienes, ô pobreza, compañía;
aunque tanbuena, como dizen, fueras,
por ser tanto de mí comunicada,
me vinieras a ser menos preciada.
Diré tus males sin que mucho ahonde
en ellos, que es mui raro
lo que por glorias tuyas contar puedes.
Tal vez el que en su casa un monte asconde
de Numidia i de Paro
en arcos i paredes,
cuando entre el blando lino se rodea,
puesto de los cuidados en el fuego,
sin conocerte alabatu sossiego,
i nunca, aunque lo alaba, lo dessea;
llegas a ser de alguno, en fin, loada,
mas de ninguno apenas desseada.
¿Si eres tú de los males
el que nos trata con mayor crüeza,
cómo podrá ninguno codiciarte?
Después que nació el oro,
i con él la grandeza,
murió tu ser, murió tu igual decoro,
en otra edad divino:
¿si por esso, pobreza, en toda parte
con enfermo...
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