Ensayo
Me permitirán ustedes que llame a esto un diálogo, aunque las respuestas estén implícitas; si no hubiera logrado este diálogo, no habría logrado nada. Una afirmaciónque no engendra réplica es una afirmación estéril. Réplica no quiere decir siempre objeción, sino, muchas veces, prueba, reacción verificativa: es como la vacuna cuando prende. Pero si nuestraspalabras no nos traen más que objeciones, bienvenidas sean éstas mientras proceda de ellas la generación de la verdad. Me han pedido ustedes que elija un tema y que lo preceda, según es hábito en esteinstituto, de una auto-presentación. He pensado que más sincero y viviente sería no separar esos dos tiempos y hacer de ellos una sola cosa; por lo que yo diga, verán ustedes cuáles son mis deseos, misesperanzas y hasta mis decepciones. Y ningún hombre, en definitiva, tiene más historia que esta.
Me permitirán ustedes que hable de algunos problemas que si no son capitales –no por sí mas por laindigencia con que los verán planteados– son del universo y nuestros. Problemas del escritor de hoy frente a su medio, el mundo. Ya no hay rincones ignotos, zonas humanas que descubrir; todos loshabitantes del planeta nos vemos de tan cerca, que el peligro es incalculable. Espero que las preocupaciones que tienen ustedes hoy, gentes jóvenes que me escuchan, sean las mismas que turban los insomniosdel joven que vive en las márgenes del Spre, del Vístula, o del Tíber, las mismas que laten en la conciencia de tantos seres sin edad que a esta hora atraviesan afligidos por contradictorias pasioneslas calles de todas las ciudades donde crece la muchedumbre. Espero que las preocupaciones de ustedes sean también las mías.
A pesar de la terrible anarquía de esta hora, de esos elementos cuyadisolución y discordia se parecen a una muerte, no es difícil para ciertas naturalezas entenderse en lo fundamental. Todos padecemos aflicciones similares y el aire de este tiempo nos trae la misma cosa...
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