Ensayo

Por eso, lo sabio es acatar el viejo dicho: "Caimán no come caimán".
    Si algo maravillaba a los viajeros que llegaban a Colombia en el siglo 18 y en el 19 era la abundancia de caimanes en losplayones del río Magdalena. Según algunas descripciones, había lugares donde la totalidad de la arena estaba cubierta por los grandes saurios. También pululaban en ríos y pozos de los Llanos y laOrinoquia; el folclor llanero registra en sus coplas la presencia constante de cocodrilos.
    La inmadurez ambiental permitió que la cacería irresponsable e indiscriminada de los enormes lagartosprácticamente acabara con ellos en pocas décadas. A principios del siglo 20 ya era raro ver caimanes en los grandes ríos y cincuenta años después no se los encontraba sino en leyendas, canciones y charcasapartadas de la civilización. Si hoy subsisten algunos ejemplares en Colombia -menos de mil, de los cuales apenas 300 pertenecen al entorno salvaje- es gracias a algunas entidades que se han dedicado aprotegerlos.
    La más antigua de ellas es la Estación de Biología Tropical Roberto Franco, de la Universidad Nacional, que recogió las inquietudes sembradas por el profesor lituano Federico Medem enlos años sesenta. La Estación Roberto Franco se ha dedicado a preservar el caimán llanero y, gracias a su labor, esta especie, que estaba al borde de extinguirse, cuenta hoy con más de 500 ejemplaresnacidos en zoocriaderos. Con posterioridad surgieron otras entidades dedicadas a objetivos parecidos, como la Fundación Palmarito, de Casanare. No hay duda de que un trabajo concertado de estasmisiones redunda en beneficio de su misión común.
    Ha surgido, sin embargo, un elemento de disociación, que es la ayuda de la firma Lacoste a las ONG dedicadas a la defensa del cocodrilo, inspiración desu conocido logotipo comercial. Canalizado a través de una agremiación científica española -Chelonia-, el auxilio económico parecía inicialmente destinado a la estación Franco. Pero, según denuncia...