ensayo
En los años que antecedieron a la "Violencia", liberales y conservadores se habían trenzado en un intenso, apasionado y sectario duelo doctrinario. Ningúnescenario escapó a la acción depredadora de la palabra y el verbo guerrero: plazas públicas, púlpitos, bares y cantinas, el Congreso de la República, pueblos y veredas, y claro, también los periódicos, quecon sus editoriales y titulares de prensa estimulaban los odios partidistas y azuzaban las diferencias. No había prensa neutral ni objetiva, cada órgano actuaba en primer lugar en defensa del partidode sus preferencias; Alberto Lleras Camargo y Eduardo Santos "Calibán" reconocerían que desde los linotipos se le echaba leña al fuego de las discordias.
Pues bien, uno de los instrumentos másutilizados por los diarios para agitar y propagar las imágenes críticas sobre el adversario, y las de autoestima, fue la caricatura política. Ello, por supuesto, tenía que ver con una larga tradición en lahistoria de Colombia, que ya ha sido reseñada por José León Helguera y que ha inspirado trabajos como el de Germán Colmenares sobre el papel del caricaturista Ricardo Rendón en los años veinte. Sinembargo, en los años cuarenta, la producción intensa y el espíritu militante de los caricaturistas y de sus cartones permite apreciar rasgos interesantes y muy valiosos del imaginario políticoliberal-conservador, que habría de servir de acicate espiritual en la confrontación sangrienta que se desató en el país desde 1946. Lo que viene a continuación es una pequeña muestra de una investigación demayor envergadura que adelanto actualmente sobre la relación caricatura e imaginarios políticos.
El período en cuestión va desde el año 1936 al de 1950, reconocido como uno de los de mayor sectarismoy violencia en la confrontación entre liberales y conservadores. Cabe anotar que durante aquellos años, los motivos esgrimidos tradicionalmente en el discurso cobran nueva vida, son enriquecidos o...
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