ENSAYO



ATALANTA
LA CAZADORA


STEPHANYE SPINNER

CONTENIDO

PARTE 1 La cacería

PARTE 2
El regreso a casa

PARTE 3
La competencia

PARTE 4
El rugido del león

NOTA DE LA AUTORA

ACERCA DE LOS DIOSES


INTRODUCCIÓN

Cuando era una bebe abandonada en elbosque Artemisa la cazadora envió a una osa a amamantarme poco después una banda de cazadores me encontró desnuda pateando y resbaladiza por la grasa de la osa sabiendo que solo Artemisa habría podido salvar a una niña en la espesura, y ansiosos por ganarse el favor de la diosa los cazadores me llevaron consigo.
En cuanto pude caminar me enseñaron a sostener un arco. El día de mi primera casa mecontaron como aquella diosa adusta y bella me había salvado la vida, y me mostraron como hacerle ofrendas. Ofrecí solemnemente pues durante largo tiempo la imagino como mi madre: distante, si, pero fuerte y radiante como la luna. Sabía que su amor estaba destinado a resplandecer sobre mí de nuevo, si me dispusiera a esperar.


PRIMERA
PARTE
LA CACERÍA

El graznido de un cuervo fue elprimer aviso. Después fue su olor tan fétido que mis ojos se llenaron de lágrimas.
Nunca había estado tan cerca de un centauro, aun cuando, los había visto. Había muchos en Arcadia, mi lugar de origen: criaturas salvajes y asquerosas, famosas por su falta de compostura, y mucho más peligrosas que los sátiros.
No estoy sola, me recordé a mí misma. Estoy con los cazadores, en Caledonia. Sinembargo los centauros estaban a mi lado, y los otros cazadores se encontraban demasiado lejos para ayudarme si lo llamara.
Yo podía correr tan rápido como ellos. Más aún, podía correr más rápido que la mayoría de las criaturas, humanas y no humanas. Pero estaban enloquecidos por la lujuria.

Tomé mi arco.
Primero le disparé al de la nariz roja. Le atiné y cayó, resoplando sangre estaba tan cerca demí cuando cayó que pude sentir su calor. Me maldijo, gimiendo y ahogándose.
Luego escuche un suave silbido que subía y bajaba- era Meleagro, buscándome.
Le respondí y salió entre los árboles.

Me sentía halagada por su interés, pues me agradaba. Era directo y sin malicia, un hombre que prefería sus sabuesos los cortesanos de su padre.
Sin embargo, no tenia deseo alguno de iniciar unromance. Al igual que los hombres, estaba allí por la gloria. Más aún, había hecho un boto de castidad en honor a Artemisa, y tenía la intensión de cumplirlo.
Levanté un dedo para advertirle. La visión de los centauros muertos detuvo al Meleagro, pero cuando me lanzó una mirada interrogante, negué con la cabeza: las explicaciones tenían que esperar.
Poco después escuchamos a los otros que avanzaban porentre los árboles. Luego todos los 27 miembros de la caza de jabalí de Caledonia bajaron colina abajo en formación de media luna, armados hasta los dientes.
Estaba segura que el jabalí atacaría pronto y ahora, a medida que la gran partida de caza avanzaba, supe que había perdido la oportunidad de levantarlo yo misma.
Era probable que me hubiera costado el pellejo, y ahora los premios de lacacería serían para uno de los hombres. La aventura había hecho de ellos héroes, y, a la manera de los héroes, cada uno de ellos creía que la victoria le era debida.
La jauría aullaba. Luego uno de los perros lanzo un aullido mortal. Meleagro se paralizó. Sus sabuesos de Laconia le eran muy queridos.
Era más grande que un toro con celdas como chusos y apestosos colmillos largos como jabalinas. Elperro ensartado en su colmillo estaba muerto, y se deshizo de él con impaciencia, agitando su enorme cabeza y pateando hasta hacer templar el suelo. Era la mirada de una bestia sin predadores, que nunca había sentido miedo.
Mi flecha falló, pero Equión corrió gritando hacia el jabalí y, cuando tiró su lanza, vacilé. El hermano gemelo de Equión, Erío, junto con Jasón, Eupalamo e Iflicles se...