ensayo

Páginas: 9 (2169 palabras) Publicado: 15 de febrero de 2014
La otra ciudad que sobrevive en el filo
El bus llega hasta donde la carretera alcanza. Allí, por empinadas calles destapadas y recovecos de ranchos apiñados y embutidos a la fuerza entre las erosionadas laderas, Yolanda Pinzón* va metiéndose en el laberinto de un barrio inventado a la fuerza.

De subida, saluda a otras mujeres que lavan montañas de ropa en lavaderos comunitarios y ve delejos a dos de sus hijos que fantasean con un parque hecho de tubos oxidados.

Desde su rancho, Bucaramanga parece una isla de concreto que no tiene hacia dónde crecer.

Desde su rancho, cualquiera se sentaría a ver cómo se esconde el sol, como si se tratara del más placentero de los miradores.

Desde su rancho, el viento parece más fresco que en las bulliciosas calles del centro deBucaramanga, donde el calor se ha empeñado en mantener emparamados los cuerpos.

Pero dentro de este rancho, la vida de Yolanda Pinzón, su esposo y sus seis hijos, está muy lejos de parecer una fotografía para enmarcar.

Más de diez años le ha costado levantarlo y para ella, es como vivir en la gloria, aunque la puerta trasera dé contra un barranco donde las rocas más grandes amenazan condesprenderse, y en época de aguaceros torrenciales el barro se confunda con el piso de cemento que hace poco pudieron estrenar.

Sí, Yolanda se siente en la gloria, así los dedos de sus hijos los muerdan las ratas y una que otra culebra se escurra por entre las paredes de tabla. Sólo le tiene miedo a los rayos y a los árboles que un día casi le matan a uno de sus pequeños.

Sin embargo, el rancho deYolanda Pinzón está en el filo y sobre él se alza amenazante, un barranco empeloto que no para de desmoronarse.

Lo que cuesta levantar un rancho

Cuando Yolanda y su numerosa familia llegaron a la Comuna 2, en el nororiente de la ciudad, se encontraron con un monte inundado que servía de basurero.

“Y como tampoco había baños, aquí era donde botaban el excremento en bolsas”, recuerda estamujer.

Maleza, agua empozada, zancudos, malos olores y basura, no encogieron los corazones de dos adultos y cuatro pequeños –luego nacieron dos más- que estaban decididos a sumarse a la lista de invasores que conforman el cinturón subnormal que rodea la ciudad.

Los escasos vecinos que hace una década habitaban la zona, primero los juzgaron pero la necesidad no necesitó de palabras y losánimos se fueron calmando.

Lo primero que levantaron fue un cuadrado. “Cuatro palos y cinco plásticos, porque el techo era uno grande”, dice.

Dormían en colchonetas y como el terreno estaba inundado, sembraron pas-to que cubrieron con tablas para intentar deshacerse del agua podrida que cada noche se adueñaba de sus improvisadas camas. Incluso echaron más tierra sobre la tierra.

Tres añosduró este diminuto terreno en secarse definitivamente y tres años pasaron antes de que el plástico fuera reemplazado por paredes de tabla.

Mientras tanto, la ropa había que botarla de tanto barro, humedad y mal olor.

“Vivíamos a toda hora con peste, con sarna como le dicen los pobres… los niños con granitos, con granotes, con diarrea continua porque nos tocaba consumir el agua que brotabade un aljibe”, cuenta Yolanda, que tiene una pequeña cocineta donde en ocasiones prepara el desayuno para no gastar tanta luz.

Ella describe a sus hijos con una palabra que define esos primeros años levantando el rancho: “eran buchones”.

La lluvia, una pesadilla

Las pequeñas y grandes avalanchas ocasionadas por el invierno, están marcadas en la piel de esta familia.

“Cuando llovíaera terrible… una vez el techo se nos levantó y se nos mojó todo, todo. ¡Dios mío… empezar de nuevo!”, era lo que pensaba Yolanda, mientras el agua la emparamaba y los niños jugaban, inocentes, a bañarse en medio de la tormenta. Y empezaron muchas veces.

Yolanda se agotó, estuvo a punto de desistir, pero le tocó seguir cargando agua, ver a los niños enfermos, continuar sin trabajo, sin...
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