Ensayo



Imprevistos

La noche tiñó de negro a las calles de Rennas. Sólo pálida y redonda luna que se escondía entre las espesas nubes, contrastaba en el cielo de aquella ciudad que parecía ser un manto sombrío y tenebroso.
La niebla y el silencio invadían los oscuros callejones. Apenas podía divisarse una leve luz ténue proveniente de una posada a lo lejos y decidí pasar la noche allí.
Altraspasar la gran puerta de madera me encontré con un alegre y cálido clima. A mi izquierda se encontraba un joven músico sentado en un banco de roble que tocaba el laúd. Sus alargadas y talentosas manos desprendían una alegre melodía que era acompañada por el canto y las risas del resto de las personas que bailaban y bebían.
Pude distinguir distintas lenguas y formas de vestir. A la derecha en elfondo, mesas de apuestas rodeadas por otros tantos más extranjeros. Más hacia el centro se hallaba la barra junto al posadero, su rostro denotaba el cansancio de sus oscuros ojos que contrastaban con su cabello color ceniza. La barra estaba pulida y llena de botellas de todo tipo.
Las mozas eran hermosas. Llevaban uniformes de colores ocres que lucían sus largas y hermosas piernas. Cada una tenía losuyo. Algunas eran rubias de cabello corto, otras morochas de cabello largo y una sola pelirroja con bucles, pero todas estaban divinas y con un perfecto físico. Realmente se notaba que gran parte de los clientes venían únicamente para pasar el rato con ellas.
Me dirigí hacia una de las mesas vacías y esperé a ser atendido.
-Diga muchacho, ¿qué se le ofrece?- Me preguntó la moza de cabellosrojizos. Al alzar la vista, me encontré con una cara redonda, acompañada por unos hermosos ojos azules y mejillas rosadas cubiertas de pecas.
-Caldo de pollo y verduras, si no es mucho pedir- Dije con una leve sonrisa.
-A la orden- Sonrió la pelirroja con un leve rubor y se marchó hacia la cocina.
Mientras esperaba el pedido, me relajé en la vieja silla de madera. Llevaba días viajando ynecesitaba un buen descanso. Mañana por la mañana despertaría y le preguntaría al posadero si tendría conocimientos de alguna caravana, y con suerte dentro de dos o tres días ya estaría de regreso a mi pueblo.
De repente alguien me tomó del hombro y me sorprendí al encontrarme con el rostro juvenil de una mujer de no más de 16 años. Llevaba su pelo castaño recogido en una larga y extensa trenza acompañadapor su fina y pálida piel que contrastaba notablemente con sus castaños ojos de hermosas y largas pestañas. Sus labios brillantes me sonrieron y me abrazó desprevenidamente.
-Al fin te encontré Simón, ¿vamos a casa?-
La miré desconcertado y supuse que se trataba de un malentendido.
Noté su nerviosismo al apretar más mi brazo y vi como sus ojos insinuaban que le siguiera la corriente.-…Disculpe señorita pero creo que se confundió de persona, yo no me llamo Simón…-
Miró hacia un costado y por lo bajo susurró:
-Perdona que te moleste, pero se trata de una urgencia, necesito que me lleve fuera de aquí como si fuese mi hombre. Se lo ruego-
Me pareció sospechoso. No quería verme involucrado con nada ilegal y su actitud me llevó a pensar que quizá se encontraba en un problema de ese tipo.Un joven rubio y delgado, con gran mentón que sobresalía de su rostro, me sonrió con su copa a lo alto. Llevaba una camisa blanca y ajustada que destacaba su joroba y huesos. Y a su sonrisa le faltaban dientes.
-¿Así que esta zorra es tuya?-
Levanté las cejas.
-Vamos, sabes a lo que me refiero, ustedes dos son la misma mierda que trabajan para el mismo fin. Ahora devuélvanme el dinero si noquieren que corra sangre.
Fruncí el ceño y miré a la chica de trenzas. Su rostro denotaba el pánico y se mantenía tiesa e inmóvil.
-¿Me estás escuchando?- Golpeó fuertemente su puño contra la mesa y ésta apenas hizo un leve sonido como si se tratase del impacto de una jarra de vino.
Una sonrisa se escapó de mis labios.

-No sé a qué se refiere, ¿podría hablar un poco más fuerte? Digo, no...