ensayo
(o de cómo me quitaron la membresía)
Por Claudia I. Solórzano
Era un miércoles a finales de agosto, estaba en la mesa desayunando huevo con chorizo cuandoPedro me dijo que me tenía una sorpresa, un regalo. Me dio una bolsita de plástico blanca –ábrela-, me dijo en tono burlón: era una prueba de embarazo.
-Que no estoy embarazada- le dije molesta,aventando la bolsa.
- Te quedas dormida en todos lados y dices que quieres comer tierra, ándale, no pierdes nada.
Le grité desde el baño, corrió a ver el palo de plástico con dos rayitas rosas, medio un beso, nos abrazamos y soltamos una risita nerviosa, de esas que salen cuando te atrapan haciendo algo indebido. Después, mi crisis hiperbólica.
-Ya no voy a viajar a ningún lado, no voy a ira conciertos, no voy a poder fumar, tomar, salir, nada. Se acabó, todo eso se acabó- refunfuñé mientras buscaba en el celular el número de mi ginecólogo-. ¿Sí, doctor?, ¿puedo hacer una cita hoymismo? No, no es nada grave. Está bien, a las once nos vemos, gracias. Ándale, vámonos para llegar a tiempo.
Estuvimos callados todo el trayecto al consultorio.
- Haciendo cuentas, tienes cincosemanas de embarazo ¿lo quieres tener?- esa fue la primera (y la única justificable)de las múltiples veces que se me preguntó si quería tener a mi hijo.
Lo que vi en la pantalla era un saco decélulas, parecía más una flor de pétalos asimétricos que un humano.- Nunca he querido a nadie-, llegué a esa conclusión al verlo flotando dentro de mi vientre, creciendo, buscando vida en un terreno quesiempre pensé hostil.
Hace nueve meses cometí un crimen: me embaracé y no corrí a licuar el producto, ahí comenzó mi exclusión. Le mandé un mensaje a mi mejor amiga para darle la noticia, ella mellamó de inmediato y ahí me preguntaron por segunda vez: Claudia, ¿lo quieres tener?, ¿estás segura?.
Estimados lectores, corran la voz, cuando alguien les dice que está embarazada y no muestra...
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