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Ensayo sobre El malestar en la cultura, de Sigmund Freud.
Por: Marlon Restrepo

A partir del rastreo del inconsciente, se tiende a examinar al hombre en términos psicoanalíticos en su dimensión cultural más que biológica, como en una especie de determinismo o circunstancia de la naturaleza que lo empuja a crear cultura. La cultura también como ilusión de existencia, en contraposición alinstinto de muerte, o la idea del suicidio como salida al laberinto.
El sentimiento religioso, la ‘sensación oceánica’, sentirse uno con el todo serían elementos que, conjurados con la conciencia, transformarían perennemente la vida en posibilidad alucinatoria. De ahí que el hombre sea en sí mismo ilusión. Esto se corrobora en tanto el mundo deja de ser un estímulo para convertirse en percepción dedificultad. Cuando el mundo obliga al hombre inventarse la vida. De ahí en parte el rol de la belleza en la cultura. El artista, su goce, su renuncia y sufrimiento en torno a la creación.
Dentro de dicha ilusión cabe la ausencia del padre (el desamparo infantil), la dependencia del ser humano de sus progenitores (el cordón umbilical), el ‘yo y el ello’, la percepción de espacio y tiempo. El principiodel placer, los estupefacientes (tóxicos). La sublimación de los instintos, o su reorientación hacia el placer del trabajo psíquico e intelectual. La ciencia y el arte como sustitutos de la religión. La entretención, la búsqueda del placer y evasión del displacer. El deseo. Las carencias. Las figuras de autoridad.
La relación del yo interno y lo externo, -su relación con un objeto. Los sustitutospsíquicos. La relación psíquica con el pasado (estados primitivos de la psique).
Todo lo anterior anotado, según Freud, es parte de la abstracción del hombre, de su totalidad engañosa e ilusoria, de ahí su proclividad a la inacción ante la densidad del mundo, y de anclarse en la imaginación.
La configuración del ‘yo y el ello’, o la conciencia misma del ‘propio yo’ se tornan confusas y engañosasdebido a la fragmentación que suponen de la totalidad, del ‘sentimiento oceánico’. La conciencia prístina u originaria: ‘un yo-todo’, tiene que asumir primero su condición de sujeto fronterizo (minúscula porción), es decir el contraste, o bien la transición si se quiere, de ésta, al sentimiento de soledad y pequeñez.
Se trata entonces de un necesario (y doloroso) juego de contraposiciones. Freudconcluye que el ello, el yo y el super-yo solo se diferencian cuando se oponen. Es decir, que el hombre inevitablemente en la formación de su psiquismo (consciencia) padece un yugo, un principio trágico, un desgarramiento; debe oponerse a su propia naturaleza, incluso a la naturaleza ajena a él.
Es curioso porque la libido, que supuestamente es autonomía-ilusión del yo, fluye al hombre desde el‘ello-naturaleza’, del que pretende diferenciarse. En su formación el ‘yo’ no puede evitar el dolor ni generar placer por sí mismo; digamos que yace en una suerte de orfandad puesto que depende de otras fuerzas; es carente de autonomía.
Este desamparo y falta de autonomía sugieren que la libido de la que el hombre dispone, sus defensas, impulsos, dependen de las relaciones iniciales con otros. Lo quese denomina en algunas filosofías orientales como el ‘triángulo inferior’, es decir toda la dimensión de la sexualidad y anclaje a la ‘tierra’, que opera como sustento para su evolución psíquica y espiritual.
Se trata de cambiar la relación del ‘yo’ con el mundo desde la transición de un yo amplificado a un yo más estrecho; ir cortando el cordón umbilical (la relación dual con la madre), parapasar a una relación más determinada por la ‘sociedad’.
Es importante aclarar, que los estados primigenios de la psique (las dificultades iniciales), según el psicoanálisis, nunca desaparecen, es decir subyacen en el sujeto y por ende se despliegan eventualmente en la cultura. Podrían considerarse un mecanismo de defensa o de conservación.
El deseo y la identidad con los objetos del mundo; la...