Ensayos desde la Ceguera
por Betty J. Menzies
Pienso que nunca es demasiado tarde para recomenzar.
Estaba parada en mi ventana y observé cómo llegaba una carroza fúnebre a la casa situada frente ala mía. La viuda y algunos de sus familiares subieron y se dirigieron a una funeraria. Me limpié una lágrima, no porque fuera a extrañar al hombre (ni siquiera le había hablado una vez), sino por elremordimiento que sentía. Ni siquiera sabía si él conocía o no al Señor. Pensándolo bien, ni siquiera estaba segura de si sabia que yo era creyente.
Viene a mi memoria el tiempo en que la familiarecién se había mudado a la casa de enfrente. Recuerdo que en esos días me habían hecho una pequeña intervención quirúrgica y no me sentía muy bien. Pienso que debería haber tratado de presentarme ydarles la bienvenida a la vecindad, pero de alguna manera no deseé hacerlo. Y cuando me sentí mejor, me pareció muy tarde.
Recuerdo que una vez fui a votar en su casa, su garaje sirvió para la votación;sin embargo, ellos deberían haber estado adentro, pues no los vi.
Siempre estaba tan ocupada asistiendo a la iglesia, sirviendo en varios comités, y trabajando medio tiempo.
Un día observe muchosautomóviles y gran cantidad de invitados: estaban celebrando la boda de su hijo. Ni siquiera sabia su nombre hasta que lo leí en el periódico.
Todos los domingos mi familia y yo vamos a la iglesia, yalgunas veces vi a mi vecino cortando el césped, o preparándose para ir a la playa.
Una semana tuvimos una campaña evangelística y nos animaron a invitar a nuestros vecinos. Cuando finalmente encontréel tiempo y me animé a tocar el timbre, nadie contestó, estaban de vacaciones.
En otra ocasión Billy Graham estaba realizando unas reuniones cerca de mi casa, pero habíamos planeado nuestrasvacaciones justo para esas fechas. Siempre había una razón por la cual no podía contactarme con ellos.
Finalmente un día leí en el periódico las trágicas circunstancias de la muerte de un hombre, y...
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