Ensayos

Gafas en reparación.
-Rebeca Orozco Mora.-
Cuando tenía once o doce años de edad, vivíamos en una casa de dos pisos. Arriba estaban las habitaciones y abajo, el consultorio de mamá con un letrerodorado en la puerta: Doctora Leticia Morán-Oftalmóloga.
En ese entonces ella trabajaba con ojos;
Analizaba el iris, la niña, el cristalino y el lagrimal.
Con nostalgia recuerdo la imagen maternade aquellos tiempos: usaba unos anteojos redondos con armazón rojo, se peinaba de chongo y vestía una bata blanca que deslumbraba.
Me daba mucha curiosidad su trabajo, así que, algunas tardes,bajaba al primer piso y me sentaba en un banco para verla examinar a sus pacientes. Eran maravillosos los aparatos y herramientas que ella utilizaba durante sus consultas, sin embargo, rara vez mepermitía tocarlos; decía que eran demasiado finos y delicados para una niña tan atrabancada como yo. ¿Por qué me trataba como a una boba? Mi curiosidad era infinita y mamá no lo entendía.
Una tarde mecomunicó que saldría de viaje una semana. Iría a un congreso médico de gran importancia. Me encargó que me portara bien, que obedeciera a Ernestina y me prohibió terminantemente entrar a su consultorio.Intenté reclamar, pero construyó un no alto como una barda, imposible de derribar.
Mamá hizo su maleta un jueves y después de encargar a Ernestina los quehaceres domésticos, se despidió. ¿Debíaaprovechar la oportunidad que se me presentaba? Sin esperar un segundo más, busqué la llave del consultorio por toda la casa y al fin la encontré en una cajita junto a la estufa. Luego llamé a Teresa y aLiliana Domínguez y las invité a jugar esa misma tarde. Desafortunadamente les dieron permiso para el sábado en la mañana. La espera fue larga. Al fin, el día señalado las recibí con la sorpresa de queexploraríamos el consultorio.
-¡Yupiiii!- exclamaron.
Bajamos sigilosamente las escaleras, hice girar la cerradura y…¡entramos! Una vez en la zona prohibida, el lugar me pareció más...