Ensayos
El problema surge con fuerza cuando, comoincuestionable consecuencia de una deficiente consideración de los procesos históricos por parte de diversos analistas sociales, deviene a nuestra mente cierta sobreestima de momentos puntuales, supuestamente porque en ellos habrían culminado una o más expresiones culturales otrora rudimentarias, o bien, en proceso de refinamiento. Parafraseando a los clásicos, se adjudica a una época ciertos logrosinéditos que la constituyen en una especie de “instante áureo” cuyo desplome, en caso de no ser producto de fuerzas inmanentes, orientará inexorablemente hacia los eventuales responsables el estigmatizante dedo acusador de contemporáneos y futuras generaciones “per secula seculorum”.
En el contexto señalado se inscribe la democracia chilena de los años inmediatamente precedentes al Golpe de Estado de1973; un verdadero momento de esplendor donde por fin, luego de un prolongado proceso de crecimiento y maduración cívica, habrían alcanzado preclara expresión las distintas manifestaciones de la democracia, entendida ésta en su sentido etimológico y real, esto es: “gobierno del pueblo”. Tales manifestaciones, exquisitamente consolidadas después de poco más de siglo y medio de lenta evolución haciala pureza, habrían sido abruptamente quebrantadas por la irrupción militar de 1973, experimentándose en ese mismo instante una poco estética y sufrida pausa de diecisiete años, tras lo cual se habría retomado la culminante democracia de antaño, aunque con ciertas cortapisas no menores que poco a poco irían cediendo, o que cederían “en la medida de lo posible”, para utilizar deliberadamente lacélebre frase con que el entonces Presidente Aylwin se refiriera a la factibilidad de justicia luego de los años de Pinochet.
En realidad, la consideración de la historia chilena en su conjunto me permite postular que hacia 1973, cuando mucho, existía una aparente institucionalidad democrática cuya fuente, esto es, la élite económica del país, en estrecha alianza con sus lugartenientes políticos desiempre, consintió en conceder, sólo en tanto en cuanto sus intereses y privilegios ancestrales jamás se vieran amagados. De hecho, el virtual escenario del juego político había sido diseñado para que ello nunca pudiese ocurrir, razón por la cual, a los ojos de la élite, realmente no había motivos de preocupación, aun teniendo en consideración el sostenido ascenso electoral de los partidos quedesde comienzos del siglo XX representaban los intereses de los segmentos populares y medios. Tampoco surgía la preocupación como fruto de la enrarecida atmósfera internacional de esos días, donde agrupaciones armadas de claro cariz marxista habían logrado infligir duras derrotas a los defensores del esquema institucional burgués, o bien, resistían con vigor inesperado la tentativa estadounidense dedominio. Ciertamente los casos de Cuba y Vietnam son dos ejemplos emblemáticos de lo que vengo señalando. Cuando la clase dominante chilena percibió algún motivo de preocupación, éste fue rápida y fácilmente neutralizado mediante la articulación de las piezas del tablero, pero siempre en el marco de institucionalidad diseñado. Tal fue el caso, por ejemplo, de cuando en 1964 se volcó, a...
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