ensayos
LA GUERRA DE LOS DURAZNOS
EDITORIAL ANDRES BELLO
Para
Ximena e Ignacio
Sábado por la noche
Ignacio escapó sigiloso por la puerta de la cocina mientras su madre miraba televisión, salió a la calle oscura y subió por ellahasta alcanzar las inmediaciones de la casa que buscaba. Allí se ocultó detrás de un poste para espiar a sus anchas. Vio tres Chevys estacionados frente a la reja y. a través de un ventanal, a varias personas conversando en torno a una mesa servida.
Un repentino ruido a su espalda lo hizo sobresaltarse, pero sintió alivio al constatar que se trataba sólo de un gato que husmeaba en un tarrobasurero. Tomó entonces impulso, trepó por la reja y saltó a la terraza para correr después hacia la parte posterior de la vivienda de dos pisos. Desde allí divisó el balcón. Por los vidrios de su mampara se filtraba luz.
Le resultaba fácil encaramarse hasta allá arriba. Cada vez que necesitaba hablar urgente con su amiga hacía lo mismo: se aferraba a los barrotes de la ventana del cuarto de laempleada, situado en el primer nivel, y luego, agarrado a la baranda, se impulsaba hacia lo alto.
Arrojó unos guijarros contra los vidrios y la figura de una muchacha de pelo largo emergió en el balcón tras abrir la mampara.
-Elsita, soy yo, Ignacio.
Ella le hizo una seña y él estuvo en un abrir y cerrar de ojos a su lado.
-Qué bueno que viniste -dijo Elsita sonriendo. Su piel era mate, tenía lascejas finas y arqueadas y la voz melodiosa-. Pasa, tengo algo que contarte.
Entraron a la habitación iluminada por el centelleo de un televisor y una lamparita de escritorio.
-¿Estás segura de que tus padres no subirán de pronto? -preguntó Ignacio inquieto.
Ella acercó el oído a la puerta y después repuso en voz baja:
-No te preocupes, están celebrando con unos oficiales.
Desde el primerpiso llegaban en verdad voces alborotadas y risas estrepitosas. -¿Y qué celebran?
-No lo sé -dijo ella encogiéndose de hombros-. Son del barrio al cual nos vamos a mudar.
-¿Ya está decidido eso? -preguntó el muchacho entristecido. Tenía los ojos vivaces, pecas en las mejillas y el pelo oscuro y lacio.
Ella apagó el televisor y respondió con los ojos llorosos:
-Sí, ahora sí. Mi papá noaguanta más este barrio. La gente le hace la vida imposible, ningún vecino lo saluda ya.
"Es por la política", pensó Ignacio abrumado y temió que a causa de ella perdería a su amiga. El barrio de los oficiales de ejército quedaba lejos de Valparaíso, quizás a una hora en autobús; allí los militares habitaban en bungalows blancos con tejado rojo y jardines sin rejas, y gozaban de la protección deguardias con ametralladoras. Era un barrio al cual no se atrevía a ir cualquiera. "Maldita política", se repitió, por ella se quedaría sin Elsita.
-Eso es terrible, Ignacio -dijo ella al borde de las lágrimas-. Nadie en el barrio estima a mi papá, casi todos lo evitan. ¿Qué culpa tiene él? Su trabajo es como cualquier otro, ¿o no?
-¿Me llamaste por eso? -preguntó Ignacio. Más de una vez habíanhablado de lo mismo y el tema no conducía a ninguna parte. Gente del barrio rehuía al coronel y ya no había nada que hacer-. ¿Me llamaste por eso o para despedirte?
-No, aún no hay fecha para la mudanza -suspiró ella-. Te llamé en verdad porque me enteré que Los Escorpiones quieren volver a arrebatarles la cabaña.
Sorprendido por la mala noticia, Ignacio se sentó al escritorio, donde se apilabanlibros de Julio Verne, Louise May Alcott, y unas revistas del Pato Donald. Comenzó a balancearse en las patas traseras de la silla mientras Elsita le contaba lo que había escuchado sobre los Escorpiones, una pandilla de muchachones enemigos del grupo de Ignacio, llamado los Panteras.
-Conrado es el de la idea. Quiere ocupar la cabaña e impedirles bañarse en el arroyo este verano.
Conrado era el...
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