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Tiempo Argentino
Se cumplen 20 años del genocidio que dejó más de 800.000 tutsis y hutus moderados muertos en sólo 100 días y que sigue marcando la imagen deRuanda. El 7 de abril están previstos actos en el memorial central en Kigali y en el estadio nacional, con invitados internacionales. Dos décadas después de que lasmilicias apoyadas por el gobierno salieran a las calles a sembrar la muerte con machetes, hachas o porras, la población mira hacia adelante. Ruanda es ahora un Estadoejemplar del este de África y un limpio, seguro y pintoresco "país de las mil colinas", que busca la conexión con el resto del mundo y quiere establecerse como centro delsector informático en la región.
Un panorama bien diferente al de 1994, cuando no había computadoras ni celulares y donde los llamamientos de ayuda a la comunidadinternacional no fueron escuchados. "Ni la secretaría de la ONU, ni el Consejo de Seguridad, los Estados miembro o los medios de comunicación prestaron la atenciónnecesaria a las señales que anunciaban la catástrofe", reconoció el entonces jefe de la ONU Kofi Annan. Los supervivientes tienen algo en común: no quieren mencionar a tutsisy hutus. Como mucho hablan de los "T" y los "H". Fue la potencia colonial belga quien obligó a anotar las etnias en el carnet de identidad. La mayoría hutu,principalmente agricultores, y la minoría tutsi, tradicionalmente ganaderos, ya habían tenido disputas. Pero a comienzos de los 90, el gobierno hutu decidió solucionar "elproblema tutsi". Todo se forjó con la ayuda de una muy bien preparada maquinaria propagandística que insultaba a los tutsis en la radio y llamaba a su asesinato.
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