Entre la historia y la memoria
Ana Carolina Ibarra Instituto de Investigaciones Históricas
La pequeña Clío, hija de Mnemosine y de Zeus, distraerá a los dioses y encantará a los poetas. Su aliento acariciará para siempre a los mortales para anunciarles lo que será y lo que fue.
La invitación a pensar sobre las relacionesque guardan entre sí la historia y la memoria, resulta particularmente sugerente en una época en la que la memoria como tema ha venido suscitando el interés de los historiadores. Los asuntos relacionados con la historia cultural, la historia de la memoria y la experiencia colectiva, hacen necesario poner en claro los lindes y los límites entre historia y memoria, y cuál es su relación en nuevoscampos de investigación en los que la historiografìa tradicional había incursionado poco. Hasta hace algunas décadas, la historiografìa había mirado con desdén las expresiones de la memoria. Erigida como ciencia con un estatuto propio, la disciplina histórica no era muy afecta a pensar en las expresiones espontáneas y populares de la memoria colectiva. Subjetiva y parcelaria, la memoria resultabasiempre un tiempo sospechoso para la historia. Sin embargo, en las últimas décadas, la crítica historiográfica dio un vuelco a favor de la memoria y de las manifestaciones más auténticas del imaginario. Desde entonces, la memoria histórica viva de las comunidades, los mitos de origen, la experiencia, la identidad y otros temas afines se convirtieron en objeto de nuevas
investigaciones que, aveces tomando prestados los métodos de la antropología, del psicoanálisis o de la lingüística, abrieron un horizonte nuevo para algunos historiadores. La tendencia reciente a romper con el positivismo cientificista y el estructuralismo, ha obligado al historiador a revisar y repensar las fuentes y los enfoques tradicionalmente empleados para su oficio. Habrá que añadir que, aún así, y a pesar delprestigio conquistado por la historia gracias a los espacios de una producción que se supone ahora independiente con respecto a los círculos de poder, los principales filósofos de la postmodernidad han mostrado poco entusiasmo por volver al estudio de los orígenes. En cambio, han postulado métodos como el análisis del discurso que ponen poca o nula atención en las raíces materiales (económicas,sociales o políticas) de este discurso (Appleby, 1994, p. 308). Aunque podemos encontrar ejemplos de historiadores más o menos comprometidos con esta línea, el hecho es que el posmodernismo ha venido ganando terreno conforme crece la influencia de la teoría literaria y de los estudios culturales. Mientras que en los años 1960 y 1970, las credenciales de la disciplina tendían a asociarla con las demásciencias sociales, en las últimas décadas, las nuevas tendencias de la historia la han acercado cada vez más a las humanidades. En la medida en que el estudio del texto se convierte en un propósito obligado, la historia participa del relativimo que caracteriza a este tipo de estudios. Por eso, hay quien afirma que “el postmodernismo es antitético a la historiografía convencional”. (Tosh, 2000, p.273). El presente trabajo no pretende, en modo alguno, abordar las discusiones motivadas por la aparición de las nuevas tendencias y su impacto en la historiografía reciente. El debate entre los partidarios de la lucha de clases y los defensores del esencialismo, entre los partidarios de la historia social y los de la historia de lo social, las diferencias entre aquellos
que se refieren a unarealidad material y otros que hablan de una construcción discursiva, o finalmente, entre aquellos que piensan que la historia ha abandonado su compromiso con los grandes relatos (grand récit o grand narrative ) y los que se han volcado a lo cotidiano, lo microhistórico y lo individual, constituye un rico material de reflexión obligada para los historiadores. Pero no es el propósito de este...
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