Entre los muros
La repetición cotidiana de esos 55 minutos en que transcurre la clase nospermite asistir a la tensión, la alegría, la violencia, las ilusiones y decepciones de un conjunto muy diverso y heterogéneo de adolescentes. Al mismo tiempo asistimos a cómo gestionan y viven esa cadenade acontecimientos y sensaciones un grupo también diverso y heterogéneo de profesores, que tratan de comprender el grado de rigidez y flexibilidad con el que han de aplicar a diario reglas, rutinas yprocesos, mientras expresan emociones, rabia, impotencia o simple profesionalidad.
Se nos invita a observar el ritmo especial del acto formativo, más centrado en el diálogo y en el tratar de que elaprendizaje de la lengua se base en las experiencias vitales de los alumnos, que en los protocolos más frecuentes (curriculum oculto). Se dan errores y fracasos, tensiones y desencuentros, perotambién pequeñas victorias y significativos avances.
Nos invita a ver la clase como un espacio de desafío, de constante fricción, mejor o peor canalizada. Los alumnos expresan su rechazo a lo queentienden como simples ejercicios jerárquicos o poco comprensibles, piden constantes explicaciones o simplemente dejan pasar el tiempo, buscando pequeñas alternativas a su encierro.
La tan popularizadadiversidad (étnica, cultural, familiar, de vestimenta o de momento vital) explota ante nuestros ojos y exige constantes esfuerzos de comprensión, reconocimiento y gestión por parte del profesor....
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