Entre luces de anarquía, novela

I
El SUEÑO UNIVERSITARIO
-Casi que el estupor ha demostrado ser cadencioso en esta, mi humilde prosa sintáctica.- Y miré al catedrático con sumo respeto esperando una respuesta.
-Cadencioso sí, tanta cadencia como la de Sócrates.- Y estalló en risa superflua y se giró cual Orfeo. Su filosofía del absurdo recordaba terriblemente a Camus; salí de allí enjuto y no volví la vista atrás.
Bien,agora miro al cielo y me pregunto si de veras tan pomposa es mi sintaxis, tan opulenta mi rúbrica, tan inciertos mis sentidos. Qué destartalado soy, que hasta del Tártaro me echaron por paupérrimo. Y peregrino además, en tanto que los poetas crean yo destruyo; la pena de las tretas que pinto con mi paleta es que no apelan a transformar las buenas maneras.
Trajín de Eneas, lluvia de menas.
No sési kafkiano o marea;
ya baje Dios y lo vea.
No soy Pericles ni Acis de Galateas,
no soy afín a la idea,
ni valiente ni homónimo de Atenea;
ustedes crean.
-¿Ya estás enajenado, Deleuze? ¡Qué mala testa la tuya!- Vino a decirme Lucheni, mi mejor amigo desde que empecé la universidad. Resulta pues que nos poníamos pseudónimos literarios; y esto era una forma de mostrar nuestra personalidad:porque claro, yo soy joven desvencijado, con la cabeza de esta manera
Lucheni era un Don Juan con la cruz de San Andrés en la carpetilla. Yo era más científico, más marxista. Él tenía un batiburrillo de ideas curioso; decía ser ácrata, creer en Dios y admirar los tercios de Flandes. ¡Casi nada! Fiel seguidor del comunismo libertario de Kropotkin y de la corriente italiana: Bonnano, Malatesta…Gritaba muera Maura y viva Mateo Morral; quería ser el Durruti postmoderno; una mezcla de Buenaventura y de mártir de la revolución como Sacco y Vanzetti. Siempre me decía que soñaba con morir defendiendo la ciudad universitaria con barricadas.
Mi Dios era el raciocinio: causas materiales, hacer la tesis, combatirla con la antítesis y dar un salto cualitativo hacia la síntesis; yo solito me liaba.Para mí el motor de la historia era la unidad y la lucha de los contrarios; el ojo que todo lo capta; la contradicción de los sentidos. Al fin y al cabo no éramos tan distintos; juntos hilvanábamos grandes teorías.
-Bueno ¿qué? ¿Tomamos un café en el de Gijón?- Interrumpió mi raciocinio el amanerado.
-¡Aristócrata! ¿Crees que soy rico? Vete con los del 15-M reformista aburguesado, que bienvaldría un buen kebab.
-Zarrapastroso engendro del mal, antifa, guarro. ¡Sieg Heil!
-Te mato -dije cortés y paulatinamente, con tono amenazador y pausas inter-silábicas.
-Puñetas con los falangistas riverianos, con los nuevos filonazis y con toda esa calaña entremezclada de Respuesta Estudiantil, nos han vuelto a llenar la uni de pegatas
-¡Habló el soreliano carlista!
-Calla, hombre, ¿no vesque me gusta la historia de España? No tiene nada que ver.-Se intentó defender el vilipendiado.
-¡Alevosía!- Exclamé entusiasta.
-Botarate.
-Eres un Ramiro de Maeztu del pensamiento ecléctico.
-Déjate de florituras.-Concluyó
-Vamos pues al de las letras Madrid.- Sugerí
Quitando adhesivos íbamos con singladura hacia el metro de la línea seis. Yo, como siempre, iba sumido en mis pensamientos.Aún recuerdo cuando me echaron de Reconstrucción Comunista; vaya banda de estalinistas exaltados. Si al menos tuvieran un análisis marxista y no se hubieran quedado en la era de los planes quinquenales…
Me obligaron a pagar la cuota y después me echaron, todo esto por ir a ver el ambiente de la manifestación del 23-F (jaque al rey) a la que se acordó no ir por centralismo burocrático, y digoburocrático porque democracia había más bien poca, tenías que asentir a lo que dijeran los magnates- ya que nosotros éramos pre-militantes- so pretexto de no aguantar la mala mirada de algunos. Así se me quitó la tontería bernsteiniana.
Bien es cierto que había unas jornadas antirrepresivas a las que había que asistir ese mismo fin de semana, pero más cierto aún es que yo no fui al pueblo por ir...