Entregas

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Era uno de esos días en los que el frío del invierno, el chocolate de la abuela y la cama calentita era el plan perfecto para pasar un domingo con un integrante nuevo en lafamilia. Era tan lindo, tan morochito y por sobre todo cachetón, todas las miradas giraban en torno a él; sus balbuceos se transformaban en “ajo” y los juguetes nuevos varoniles recorrían la casa.
Todoera alegría, brillaban las sonrisas, las visitas abundaban y yo correteaba por allí atrás de mi mama, pero de un día al otro nadie visitaba más mi hogar, mis padres no me arropaban y mis abueloscumplían ese papel tratando de que no entendiese la situación .Me la pasaba de casa en casa y con mi inocencia pensando que mi hermanito estaba bien, contento y mis papás jugando con él.
Un día mesubieron al auto con la excusa de que iba a pasar la tarde con mi hermano, en camino hacia ese lugar, desconocido para mí, mi abuela y mi madrina me dieron un juguete, un ciempiés para ser más precisa, conla frase “dáselo a Laureano” y como siempre yo no entendía nada. Al llegar notaba las sillas en los laterales del pasillo, los médicos rodeando, los teléfonos de la recepción sonando y mi aburrimiento,vi a lo lejos a mi mamá llorando y con un abrazo para entregarme; me sacaron de la clínica, me llevaron a la plaza con mis ganas de ver a mi hermano.
Una noche la pasé con mis papás cenando en micasa, me dijeron que vaya hacia el moisés en el que dormía, veo que sobre la mantita de él había una muñeca, era la que mas me gustaba, que más quería, no falto el comentario de “ te la manda tuhermano que te extraña”. Ese comentario y esa muñeca encerraban más aún las incógnitas que rodeaban mi cabeza.
Hasta que un día me llevaron a una habitación que no conocía de la clínica, era grande conmuchas camas y en una estaba mi mamá sentada con un bebé gordito, morochito y muy cachetón que jugueteaba con un ciempiés anaranjado que yo misma había tenido en mis manos. Era mi hermano...