Entrevista Díaz - Taft

Páginas: 6 (1436 palabras) Publicado: 21 de noviembre de 2012
ENTREVISTA DIAS-TAFT

Por Angélica Vázquez del Mercado
Investigadora del INEHRM El 16 de octubre de 1909, se llevó a cabo un inusual encuentro entre los presidentes de México y de Estados Unidos, Porfirio Díaz y William Howard Taft. El traslado de Porfirio Díaz de la Ciudad de México a Ciudad Juárez se asemejó más a la movilización de una corte real que a lo que debió ser la austera gira deun presidente republicano. Pero, a esas alturas, quizá era demasiado pedir. Desde que subió al vagón presidencial, la parafernalia a su paso fue apoteósica: en cada estación, lluvia de flores, arcos triunfales, letreros de “Paz, orden y progreso”, multitudes vitoreándolo, aclamando alpater —al old man, dicen las crónicas, al héroe de la patria— que regalaba saludos amables (y quizá alguna sonrisacomplaciente) a su pueblo.El tren presidencial, reluciente, recién pintado y pulido. El séquito de Díaz, compuesto por su Estado mayor e invitados especiales, así como los caballos de gran alzada y las múltiples maletas con los uniformes de gala, recorrieron cientos de kilómetros de distancia en 48 horas. La ciudad de Chihuahua recibió flamante a su distinguido invitado que se hospedó en la casa,mejor dicho, la mansión, del entonces gobernador del estado, Enrique C. Creel. Al igual que Hidalgo, Zacatecas y Coahuila, Chihuahua se ofreció generosa a su presidente; desde luego, los banquetes y los bailes en su honor se vivieron con gran entusiasmo, a pesar de que Limantour había advertido a Creel no agotar demasiado al presidente. Nadie podía imaginar en ese momento que un año después la cosase pondría “color de hormiga” y que, justo en esas tierras, la Revolución haría erupción con la violencia de un volcán dormido, reprimido, durante demasiado tiempo.Así, el 15 de octubre, Díaz arribó a Ciudad Juárez. Las ceremonias cívicas no se hicieron esperar. Las calles, pletóricas, radiantes, bulliciosas con el sonido permanente de la ciudad fronteriza: el ir y venir de las mercancías, lascarretas, los coches, las personas y sus bultos, los rostros de tonos diversos, las lenguas coloridas... Los juarenses estaban preparados esa mañana para recibir al “Héroe del 2 de Abril”, al “Constructor de la Nación”, y también, ¿por qué no?, al presidente William Taft. La avenida Juárez lucía hermosas columnas que remataban en águilas rampantes; adornos de flores con los colores de las banderasde ambas naciones colgaban entre ellas, dando el toque romántico al asunto. Letreros con la palabra “Paz” se exhibían por toda la ciudad. Desde que Benito Juárez había pasado por allí (entonces se llamaba Paso del Norte), nada más importante había ocurrido en la urbe, tan cosmopolita en aquel momento. Ciudad Juárez contaba en ese tiempo con algo así como 12 mil habitantes, tiendas diversas, plazade toros, comunicaciones de primer nivel (telégrafo, teléfono, ferrocarril), hipódromo, Jockey Club, símbolos de la burguesía emergente y en crecimiento, en fin…El mismo 15 de octubre, se colocó la primera piedra del monumento a Juárez. ¿Quién iba a decir que en ese mismo punto, donde Díaz rendía homenaje al héroe de la Reforma, al líder de una época, sería el mismo lugar donde otro hombre pondríaotra piedra, mejor dicho, la lápida con la cual se sellaría la tumba del porfirismo? En mayo de 1911, una vez tomada la ciudad, Francisco I. Madero (todavía con Pascual Orozco a su lado) pronunció su discurso en el reluciente monumento, con lo que se aproximaba el fin del periodo marcado por la dictadura de Porfirio Díaz.Pero ese 16 de octubre de 1909, Díaz cumplió muy formal con su cita. Para míque siempre vio la invitación con recelo, con poca ingenuidad, desde luego; era, como sabemos, un “viejo lobo de mar” y no se las tragaba fácilmente. Y cómo no sentir ese poder sin marearse, si en cada pueblo, en cada estación, la gente se le entregaba ciega, dócil; si podía ver, oler, palpar, sentir, escuchar y degustar, la modernidad que había logrado construir con tantos años de “sacrificio”...
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