Entrevista de semblanza

Monterrey, NL.  —Su mirada parece no atender las medias negras de fútbol que se pierden debajo de la minifalda naranja, como si al mirarlas penetrara amargamente la tela de algodón con el recuerdo, durante un largo silencio que se incendia y se revuelve en el humo del cigarro que no ha parado de escaparse de sus labios. Llama la atención pues es un hombre de dominante altura 1.82, excesivamenteflaco, sus ojos oscuros como la noche, con una protuberancia en el abdomen caída a fuerza de gravedad, ceñida con un cinturón de estoperoles, ataviada con una ombliguera amarilla; viejo, de gesto duro, nervio tenso, con profundos pliegues en el rostro maquillado en exceso, que no ocultan los desmanes de su vida ahora que los años le cobra los impuestos con intermitentes temblores en el cuerpo;podría decirse que es un hilito de años lo que le separa la sangre del polvo de sus huesos.
-Empecé a los diecisiete años, mi corazón… Yo era un chavo heterosexual, como la mayoría, pero un día después de clases un amigo, que ya se había iniciado en esto, me propuso algo que para muchos es denigrante:
-Hazle sexo oral a ese güey, me dijo que le gustas mucho, te va a pagar muy bien.
-¿Cuánto? -lepregunté por curiosidad- ¿Cuánto es muy bien?
-Cincuenta pesos- me respondió mostrándome su palma abierta. (Carolina nos enseña los largos dedos de su mano derecha, separándolos en forma de abanico).
-Al principio me negué, pues no tenía necesidad alguna, pero era muy joven; en aquel entonces esa cantidad era mucha y la ambición me ganó. El que me pagó era un señor muy elegante, me llevó a uncallejón por donde no pasaba casi nadie, ya estando dentro de su auto fue cuando empezó mi nueva adicción. Ese día fui por unas cervezas, invité a todos mis amigos, y lo primero que hice fue enjuagarme la boca con cerveza. Después de aquella primera experiencia fui cobrándole cada vez más caro. Muy pronto comencé a tener nuevos clientes, amigos del señor que me llevaban a su casa, o a antros comosuelen llamarle ustedes los jóvenes.
Carolina tiene los dientes amarillos, que se desnudan a nuestros ojos cada vez que avienta una bocanada de humo por la ventanilla de su departamento.
-Claro que la primera vez fue desagradable, pero el dinero fácil me hizo perder el asco muy pronto. Uno se acostumbra rápido a estas cosas, con el paso de los meses me negué a buscar otra forma de obtener dinero.Carolina deja de hablar por un momento para buscar los cigarrillos en su bolso de mano. Encuentra la cajetilla, exclama una grosería, frunce el ceño al descubrir que está vacía. Parece desesperarse muy rápido.
La tarde muestra un escenario con el cielo más vivo y el naranja más intenso. El recinto es lo más apropiado y cómodo para Carolina, el lugar tiene una temperatura de 18° centígrados, lamesa está excesivamente limpia con solo dos vasos de café que interrumpen la proximidad. Los sillones individuales son cómodos y vanguardistas. Se respiraba un aire puro y tranquilizador que hace el escenario perfecto para el proseguir la conversación.
DEBO DEJAR DE SER CAROLINA PARA CONVERTIRME EN JOSÉ.
El rímel se le escurre hasta el mentón, arrastrado por el llanto, que de pronto estalló sindar indicio de su llegada. Lleva cuarenta y cinco años en el oficio y ya está por jubilarse, nos relata con nostalgia se ha encariñado con su estilo de vida. Le cuesta trabajo pensar que ya no se encuentra en condiciones para continuar ejerciéndolo.
-Te acostumbras a esto. Duele saber que ya no funciona uno, que ya no le interesas a nadie. Mis buenos tiempos ya pasaron. Ahora soy fea, estoygorda, nadie me quiere, todos me ven con espanto, mírame lo horrenda que soy. Te juro, mi vida -ha sustituido la frase ´mi corazón´ para nombrarme de esta nueva manera- que llevo más de dos semanas sin que nadie me compré… Lo difícil está en que ahora debo dejar de ser Carolina para convertirme en José Florentino… no lo concibo aún. (Su voz es triste, entrecortada,...