Entrevista a un defensor de la lengua
En los últimos años, el periodista español Álex Grijelmo (Burgos, 1956) ha publicado tres libros imprescindibles para los aficionados y los profesionales del idioma. Tres libros de lectura obligada para quienes, como él, trabajan con la lengua, buscan conocerla y emplearla mejor, la sienten como una íntima posesión gozosamente compartida con millones depersonas, o se recrean en sus formas, sus acentos y su latido plural. En ellos -en El estilo del periodista, Defensa apasionada del idioma español y La seducción de las palabras-, Grijelmo se ha revelado como un enamorado del español con conocimiento de causa, capaz de aunar inteligencia y sentimiento, pasión y saber, el gusto por el rigor y la propiedad lingüística y una vocación irrenunciable dedisfrute con las cosas del idioma. Con la magia y la precisión de las palabras.
Todo ello queda también de manifiesto en esta entrevista, que Grijelmo –asiduo ya de Cuaderno de lengua*- atendió la semana pasada por correo electrónico y en una breve charla en su despacho de Prisa Internacional, en Madrid. En ella evoca el inicio de su relación con la palabra, revela sus preferencias en materia deliteratura y periodismo y asegura que el español será el idioma del siglo XXI.
Si pasamos un día envueltos en palabras como problemática, indicador y optimización, y al día siguiente decimos, oímos decir, leemos o escribimos alcuza, páramo, tahona y fresno...
El primero de esos días es frío, no tenemos dónde guarecernos y además carecemos de abrigo. El segundo es cálido aunque tengamos frío.
¿Quépalabras tienen para ti un especial sabor a infancia, a familia, a tu tierra de Burgos?
¡Scalextric! Ésa sí era una palabra mágica. Deseaba un scalextric con todas mis fuerzas. Pero nunca lo tuve. La palabra me parecía tan enrevesada que podía imaginarme dentro de ella la autopista enredada por la que corrían los coches en miniatura. Después me regalaron por Reyes un “Strombecker”, pero no era lomismo: terminé usando la carretera de plástico del “Strombecker” para organizar carreras de ciclistas... Después, por cierto, escribía la crónica de las carreras emulando a Simón Rufo, que era el periodista del As que hacía las crónicas de ciclismo. Otras palabras de mi infancia son “merengues” (los de la confitería Ibáñez, por supuesto) y “petisús” (en este caso los de Loste). De pequeño meentusiasmaban los merengues, y ahora soy del Real Madrid. A lo mejor la conexión sentimental está en la palabra.
¿Hay algún topónimo por el que sientas un cariño especial o que te parezca particularmente sonoro o evocador?
Me gustan mucho Entrambasaguas (creo que en Cantabria), Castronuño (Valladolid) y Cardeñajimeno y Quintanamartingalíndez (Burgos). Y también Entrambasmestas, pero no recuerdoahora en qué provincia está. Me van los nombres largos y compuestos. Curiosamente, en Madrid viví muchos años en la calle de Oña (que es un pueblo de Burgos) y en la calle de Caleruega (que es otro), casi esquina con Condado de Treviño. No hay muchos pueblos burgaleses en el callejero de Madrid, pero yo parezco buscarlos todos para vivir en ellos.
“Ternura”, “susurro” y “ultramarinos”: esta fue turespuesta cuando, hace un año, El Día de Valladolid os preguntó a cien autores de Castilla y León por vuestras tres palabras favoritas. ¿Por qué “ultramarinos”? ¿Qué sugerencias o evocaciones despierta en ti esta palabra, que también eligió en esa encuesta Andrés Trapiello?
Sí, fue curiosa esa coincidencia. No conozco a Andrés, pero un día me gustaría comentarlo con él. Yo veía algo mágico en latienda “Ultramarinos Casado” cuando acompañaba a mi madre a hacer la compra. Allí se apilaban las mágicas cartillas “Spar” donde ella pegaba los puntos que luego permitían obtener maravillosos regalos... para mí; y los botes de Cola-cao, y los de Cafés La Estrella, que nunca me compraba a pesar del anuncio tan divertido que ponían en la tele (ella sólo compraba Eko). Y otras muchas marcas que aún...
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