Entrevista

Toda entrevista periodística plantea, a la hora de editarla en un formato gráfico, el problema de cómo insertar una voz ajena dentro de la voz propia. Lo que nace con la apariencia de una simple y espontánea conversación (que nunca es tal) finaliza con la apropiación del discurso de un otro. ¿Cómo hacerlo, aún dentro del género monólogo, sin falsear los registros y la identidad de la voz ajena?¿Cómo armar un relato en base a una trama tomada, digamos, con cierta desfachatez y atrevimiento? Hay una invasión en la intimidad de un ser más o menos extraño y si algo no podemos hacer es deformar el testimonio apropiado. ¿Cómo lograr ese objetivo sin dejar de cuidar el texto como tal? ¿Con qué derecho cambiar palabras, evitar repeticiones, organizar el texto cambiando párrafos de lugar, darvuelta todo y seguir siendo, al mismo tiempo, fieles al relato obtenido?

Sobre esas preguntas giran estos apuntes. Lo primero a determinar es que una entrevista no es, como hemos advertido, un inocente intercambio de preguntas y respuestas. Es, en rigor, una situación de comunicación donde intercambiamos bienes lingüísticos. La historia oral, un género relativamente nuevo en el mundo académico,viene experimentando hace tiempo con este raro ejercicio. Ellos, los historiadores orales, parten de convertir a su interlocutor en un historiador de sí mismo y del hecho o la época que se pretende reconstruir. Para eso se le formulan preguntas simples que tienen que ver con la experiencia del otro, con su visión, con su experiencia concreta. No se pretende influir en el discurso del otro. Apenassacarlo afuera, dejarlo fluir sin que intervenga jamás un cuestionario estructurado o el acoso tan característico del periodismo de asalto. En realidad se pregunta con cierta fingida inocencia y con ánimo de descubrir algo hasta ese momento velado. Y uno descubre la vida del otro sobre todo al escuchar con atención y apertura de espíritu. Ese viaje a lo desconocido emociona y obliga, al periodista, ainterrogar en torno a situaciones simples: ¿por qué hiciste esto o aquello? ¿qué pensaste en tal momento? ¿y después que hicieron? ¿y por qué terminó todo de la manera en que terminó?

Hay una dimensión obviamente psicológica en estos interrogatorios. Y debe existir mucho respeto, mucha modestia, mucha atención también para no perder el momento de hacer esa repregunta que permite aclarar lassituaciones hasta donde se pueda (ninguna idea, por simple que parezca, puede aclararse por completo en una entrevista). El hablante puede no respetar la organización de la charla que propone el entrevistador. Pero en general advierte el cambio de rumbo, pide disculpas por tal o cual digresión, se resiste a revelar determinadas intimidades. La conversación pese a todo se organiza a partir de la tomade la palabra por uno de los interlocutores.

Es fundamental que el periodista no pierda las riendas del diálogo. Si las pierde todo puede terminar en un caos o en una sumatoria de datos inconexos. En casi todos los casos el entrevistado informará, narrará, comentará, evaluará, repreguntará, entre otros actos del habla. El entrevistador se encuentra en principio en una situación de poder. Eltiene el control del discurso al formular las preguntas que orientan la charla. Pero el entrevistado va a resistirse a este poder. Tomará distancia, cambiará el orden del relato, se negará a contestar determinadas cosas, no siempre va a cooperar con el resultado que se busca obtener. Pero el entrevistador deberá armarse de paciencia, aceptar incluso el silencio expectante, ese que generalmentehabilita que se produzcan momentos de verdad en la entrevista.

El otro problema que se plantea es cómo compatibilizar el registro oral con el escrito. La inmediatez de la comunicación oral poco tiene que ver con la meditada elaboración del texto escrito. Será inevitable, en el habla espontánea, la redundancia, la repetición de palabras, las digresiones, los cambios abruptos de tema, etc. Esto...