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Tenemos aun que correr un camino largo, y no puedo dejar de detenerme un momento en el punto á que hemos llegado. Aunque el Espíritu de las leyes de Montesquieu se compone de treinta y un libros, los doce primeros que acabamos de comentar contienen todo lo que concierne directamente é inmediatamente á la organizacion dela sociedad y á la distribucion de sus poderes. En los otros ya no hallaremos mas que consideraciones económicas, filósoficas é históricas sobre las causas, los efectos, las circunstancias y el encadenamiento de los diferentes estados de la sociedad en ciertos tiempos y en ciertos paises, y sobre la conexion de todas estas cosas con la naturaleza de la organizacion social. Las opiniones y lasideas que veremos en ellos serán mas ó menos ciertas y exactas, mas ó menos claras, mas ó menos profundas segun que las ideas precedentemente adoptadas habrán sido mas ó menos sanas; pero lo cierto es que esta organizacion solamente se ha formado para que produzca buenos resultados: que no es preferible á la anarquía, (y entiéndase si se quiere la independencia natural,) sino por los males que evita ylos bienes que procura, y solamente debe juzgarse de sus grados de perfeccion por los efectos que produce. Conviene pues que antes de pasar adelante recordemos sumariamente los principios que hemos extractado [Pg. 164] de las discusiones precedentes, y asi veremos despues mejor cómo convienen estos principios á las diversas circunstancias, y si por haberlos omitido ó seguido han nacido en todostiempos los bienes y los males de la humanidad.
Proponiéndonos hablar del Espíritu de las leyes, es decir, del espíritu segun el cual son ó deben ser hechas las leyes, hemos empezado por una explicacion exacta del significado de la palabra ley, y hemos sentado que esencialmente y privativamente significa una regla prescripta á nuestras acciones por una autoridad en la cual reconocemos el derechode hacerla. Esta palabra pues es necesariamente relativa á la organizacion social, y solo ha podido ser inventada en el estado de la sociedad incipiente. Sin embargo por extension hemos llamado despues leyes de la naturaleza á las reglas que parecen seguir necesariamente todos los fenómenos que pasan á nuestra vista, considerando que se obran como si una autoridad invisible é inmutable hubieseordenado á todos los seres que sigan ciertos modos en la accion recíproca de los unos sobre los otros. Estas reglas ó leyes de la naturaleza no son otra cosa que la expresion del modo con que suceden las cosas inevitablemente; y como nosotros nada podemos sobre este orden inevitable de las cosas, es preciso someternos á él, y con formar con él nuestras acciones y nuestras instituciones. Asi desde élprimer paso hallamos que nuestras leyes positivas deben ser conformes á las leyes de nuestra naturaleza.
No todas nuestras diversas organizaciones sociales son igualmente conformes á este principio, ni todas tienen una tendencia igual á acercarse y someterse á él, y asi es esencial estudiarlas separadamente. Despues de haberlas examinado bien, hemos [Pg. 165] hallado ya en el segundo libro,que los gobiernos vienen todos á reducirse á dos clases; á saber, los que están fundados sobre los derechos generales de los hombres, y los que se pretenden fundados sobre ciertos derechos particulares.
Montesquieu no ha adoptado esta division: clasifica los gobiernos por la circunstancia accidental del número de los "hombres que son depositarios de la autoridad; y busca en el libro tercerocuáles son los principios motores, ó por mejor decir conservadores de cada especie de gobierno; y sienta que el principio del despotismo es el temor, el de la monarquía el honor, y el de la república la virtud. Estas aserciones pueden estar mas ó menos sujetas á la explicacion y disputa; pero sin negarlas absolutamente, creemos poder afirmar que de la discusion en que ellas nos han empeñado resulta...
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