Epicuro

Epicuro y El Camino de Santiago
Marcus de Melo* La experiencia de hacer una larga peregrinación, como el Camino de Santiago, conlleva una característica, cuando menos imprevista, para nuestras almas: nos da una inexplicable felicidad, incluso paradójica. A pesar de todo el terrible dolor, la fatiga de caminar hasta el total agotamiento de nuestras fuerzas, el frío y el calor excesivo, el miedode los accidentes y robos, en resumen, todo el estrés que una larga caminata puede causarnos, nos sentimos muy felices cuando estamos allí, en el Camino. Esta extraña felicidad es inesperada. En las mismas condiciones, en la rutina de nuestras vidas, por lo general no nos sentimos felices. Por el contrario. Hay algunos que atribuyen toda la miseria humana al estrés que nos causa el sacrificiodiario, nos gastamos en la lucha por nuestro pan de cada día. La lucha y la competencia que tenemos a diario en nuestra actividad profesional, puede aportarnos un sentimiento de infelicidad. Por lo tanto, me parece extraordinario que en una iniciativa tan agotadora como una larga peregrinación, el efecto no sea igual. ¿Por qué? ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué hay en una actividad tan estresante que superatodos los efectos y nos trae precisamente la sensación contraria? Esta pregunta siempre me molestó. He hecho el Camino de Santiago tres veces y nunca he encontrado respuesta a esta pregunta. Cuando alguien me pide que resuma la experiencia de peregrinar en pocas palabras, yo siempre le contesto con una pregunta: ¿cuándo lloraste de alegría por última vez? Casi siempre, ese alguien se para ypermanece en silencio, intentando recordar algo casi olvidado. Si yo os preguntase sobre la última vez que llorasteis de tristeza, os acordaríais al instante. Pero las lágrimas de alegría son extrañas para muchos. A continuación, le digo: ¡yo lo sé, yo estaba allí, en el Camino de Santiago! La primera vez que lloré de alegría en el Camino me sorprendí. Creo que este hecho no me había ocurrido en todami vida. Al menos yo no recuerdo haber llorado de alegría en ningún momento antes. Me conmovió un gesto de extrema cortesía y atención, realizado sin audiencia, sin la posibilidad de futuras recompensas. Un ejemplo raro e inesperado de la solidaridad humana. Me sentí tan feliz y no pude contener las lágrimas. Muchos atribuyen la inusual felicidad del Camino a la generación de unas hormonasproducidas en grandes cantidades en estas situaciones: las endorfinas. Dicen que cuando uno segrega endorfinas, siente una deliciosa sensación de placer, de bienaventuranza, causada por la presencia de estas sustancias en nuestro cerebro. Otros atribuyen el sentimiento de felicidad a la magia del Camino. A los efectos sobrenaturales de la ruta sagrada, recorrida tantas veces en el pasado por almas santasy grandes figuras humanas, y sus influencias en nuestro espíritu. Pero después de sentirme tan desconcertado por la causa de este fenómeno, me encontré, por casualidad, una explicación que parece bastante convincente y esclarecedora. He leído al filósofo griego Epicuro. Lo que quedó de su trabajo bibliográfico. Epicuro sostuvo que la felicidad humana se puede disfrutar con solamente tresingredientes: los amigos, la libertad y las reflexiones. Si un ser humano, aun que tenga una vida muy sencilla y carente de lujo, tiene amigos, un cierto grado de libertad y momentos de auto-análisis, se sentirá feliz, a pesar de una condición de vida espartana.

Veamos si esto es verdad. Vamos a examinar cada una de estas tres condiciones desde el punto de vista del peregrino. Comencemos con lasamistades. En el Camino, hacemos amistades verdaderas. Las personas se unen, cuando comparten los mismos ideales, todos sabemos eso. El ideal de la peregrinación, llegar a Santiago, es lo que nos une a nosotros. No se hace mención a los bienes materiales en una peregrinación. Se habla de los dolores, del cansancio, de la belleza del camino, de nuestros problemas y tragedias personales. Nunca he visto...