Equis
Comenzó como un vuelo normal, igual a otros, pero terminó siendo una experiencia aterradora para Darío. Él iba del lado de la ventanilla; cuando viajaba en avión le gustaba mirarhacia fuera. A veces no veía más que nubes, pero en ocasiones el cielo se despejaba, y allá abajo se habría todo un paisaje. Las ciudades se veían como agrupaciones de rectángulos grises, matizados enalgunas zonas con el verde de algún parque, o los reflejos centellantes de algún cristal. Las cimas montañosas casi siempre estaban envueltas en nubes, y aparecían esporádicamente para desaparecerenseguida tras una cortina gris. Las extensas praderas verdeaban allá abajo, y desde la altura el mar parecía congelado.
A veces se entretenía observando a los otros pasajeros. Siempre había alguien conmiedo a volar, y era fácil identificarlos, ya fuera por el sudor de la frente y el rostro desencajado, o por la sonrisa nerviosa como pintada en el rostro.
En esa ocasión Darío volaba de noche. Porla ventanilla sólo veía oscuridad, por lo que supuso que sobrevolaban el mar.
La mayoría de los pasajeros estaban durmiendo; algunos roncaban, otros se retorcían en su asiento.
De pronto todo sesacudió, una mujer despertó con un grito; otros, una vez despiertos giraban la cabeza en su confusión. Un par de azafatas aparecieron tambaleándose por el movimiento del avión. Fingiendo su mejorsonrisa, pidieron a todos que se calmaran, explicando que sólo era un poco de turbulencia. La nave se seguía sacudiendo, y las voces angustiadas y las miradas de temor fueron aumentando. Algunos seaferraban a los asientos, y con los ojos cerrados murmuraban algo.
- ¡Manténganse en sus asientos! -decía una azafata, tratando de controlar el caos-. Pronto pasará la turbulencia.
- ¡No quiero morir,Dios! - gritó alguien.
Cuando paró la vibración comenzó la mareante sensación de descender en caída libre. A esa altura ya casi todos gritaban. Darío cerró los ojos y pensó en su familia, sintiendo...
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