Erdrjrrt81

Páginas: 768 (191790 palabras) Publicado: 14 de abril de 2015
La Comunidad se ha disuelto: Frodo y San emprenden solos la última parte del viaje.
Boromir ha muerto y Merry y Pippin son secuestrados por los orcos. Aragorn, Légolas y
Gimli se encuentran ante la difícil decisión de seguir al Portador del Anillo o rescatar a
los dos hobbits. Finalmente emprenden la persecución de los orcos.

J. R. R. Tolkien

El retorno del rey
El Señor de los Anillos - 3ePUB r1.0
Tirith 07.05.13

Título original: The Return of the King
J. R. R. Tolkien, 1955
Traducción: Lluis Domènech y Matilde Horne
Ilustraciones: Alan Lee
Portadilla de Apéndices: Arnaut
Editor digital: Tirith
ePub base r1.0

1
Minas Tirith

P

ippin miró fuera amparado en la capa de Gandalf. No sabía si estaba despierto o si dormía,
dentro aún de ese sueño vertiginoso que lo había arrebujadodesde el comienzo de la larga
cabalgata. El mundo oscuro se deslizaba veloz y el viento le canturreaba en los oídos. No veía nada
más que estrellas fugitivas, y lejos a la derecha desfilaban las montañas del sur como sombras
extendidas contra el cielo. Despierto sólo a medias, trató de echar cuentas sobre las jornadas y el
tiempo del viaje, pero todo lo que le venía a la memoria era nebuloso eimpreciso. Luego de una
primera etapa a una velocidad terrible y sin un solo alto, había visto al alba un resplandor dorado y
pálido, y luego llegaron a la ciudad silenciosa y a la gran casa desierta en la cresta de una colina. Y
apenas habían tenido tiempo de refugiarse en ella cuando la sombra alada surcó otra vez el cielo, y
todos se habían estremecido de horror. Pero Gandalf lo había tranquilizadocon palabras dulces, y
Pippin se había vuelto a dormir en un rincón, cansado pero inquieto, oyendo vagamente entre sueños
el trajín y las conversaciones de los hombres y las voces de mando de Gandalf. Y luego a cabalgar
otra vez, cabalgar, cabalgar en la noche. Era la segunda, no, la tercera noche desde que Pippin hurtara
la Piedra y la escudriñara. Y con aquel recuerdo horrendo se despertó porcompleto y se estremeció,
y el ruido del viento se pobló de voces amenazantes.

Una luz se encendió en el cielo, una llamarada de fuego amarillo detrás de unas barreras sombrías.
Pippin se acurrucó, asustado un momento, preguntándose a qué país horrible lo llevaba Gandalf. Se
restregó los ojos, y vio entonces que era la luna, ya casi llena, que asomaba en el este por encima de
las sombras. La nocheera joven aún y el viaje en la oscuridad proseguiría durante horas y horas. Se
sacudió y habló.
—¿Dónde estamos, Gandalf? —preguntó.
—En el reino de Gondor —respondió el mago—. Todavía no hemos dejado atrás las tierras de
Anórien. Hubo un nuevo momento de silencio. Luego:
—¿Qué es eso? —exclamó Pippin de improviso, aferrándose a la capa de Gandalf—. ¡Mira!
¡Fuego, fuego rojo! ¿Hay dragones enesta región? ¡M ira, allí hay otro!
En respuesta, Gandalf acicateó al caballo con voz vibrante.
—¡Corre, Sombragris! ¡Llevamos prisa! El tiempo apremia. ¡Mira! Gondor ha encendido las
almenaras pidiendo ayuda. La guerra ha comenzado. Mira, hay fuego sobre las crestas del Amon Dîn
y llamas en el Eilenach; y avanzan veloces hacia el oeste: hacia el Nardol, el Erelas, Min-Rimmon,
Calenhad y elHalifirien en los confines de Rohan.
Pero el corcel aminoró la marcha, y avanzando al paso, levantó la cabeza y relinchó. Y desde la
oscuridad le respondió el relincho de otros caballos, seguido por un sordo rumor de cascos; y de
pronto tres jinetes surgieron como espectros alados a la luz de la luna y desaparecieron, rumbo al
oeste. Sombragris corrió alejándose, y la noche lo envolvió como un vientorugiente.
Otra vez vencido por la somnolencia, Pippin escuchaba sólo a medias lo que le contaba Gandalf
acerca de las costumbres de Gondor, y de por qué el Señor de la Ciudad había puesto almenaras en
las crestas de las colinas a ambos lados de las fronteras, y mantenía allí postas de caballería siempre

prontas a llevar mensajes a Rohan en el Norte, o a Belfalas en el Sur.
—Hacía mucho tiempo que...
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