Erttiii

Páginas: 39 (9675 palabras) Publicado: 5 de marzo de 2013
Emilia Basil, cocinera
A Emilia Basil nunca le importó ser fea. Sus problemas familiares y económicos la llevaron a concentrarse más en la supervivencia que en la felicidad. Había nacido en el Líbano en 1911. En los años 40, y por motivos insondables, llegó a la Argentina en un carguero desvencijado y con olor a podrido. Estaba sola. Estaba aburrida de tanto viaje. Estaba desesperanzada.
 
Seinstaló en Buenos Aires en una pensión cercana al puerto. Tenía un par de direcciones de libaneses que estaban viviendo en la ciudad, pero nunca los buscó. Tampoco los conocía.
 
La dueña de la pensión, Dora Ramos, fue quien le enseñó las primeras palabras en español. Emilia le pagaba, pero además le ayudaba en la limpieza y, sobre todo, en la cocina. No lo hacía por afecto hacia Dora sino porpuro cálculo. Sabía que era necesario caerle bien a esa mujer, de la que en parte dependía su futuro.
 
La posadera era una mujer acostumbrada a recibir inmigrantes y tenía, además, la manía de comer: siempre que aparecía un extranjero le pedía que preparase platos de su tierra. La comida libanesa resultó ser una de sus preferidas y Emilia, por ser la cocinera, logró por primera vez en su vidasentirse aceptada.
 
Poco tiempo después, Emilia consiguió empleo en un frigorífico. Le dijeron que era trabajo para un hombre. Pero la pondrían a prueba, como un gesto de amistad hacia la dueña de la pensión, que ya les había advertido acerca de la excepcional fortaleza física de la libanesa.
 
En ese frigorífico de la zona de Barracas, Emilia consiguió su primer amante local: un españolbajito y transpirado que hacía lo mismo que ella: cortar las reses en trozos. La relación era clandestina: el hombre era casado. Pero Dora Ramos no tardó en enterarse y en recriminarle el hecho de haber elegido un hombre con el que no tendría chances matrimoniales. Emilia no se molestó en defenderse. "Es lo que hay", dijo.
 
Pasaron diez años. Emilia vivía siempre en la pensión, siempre cocinabaempanadas y guisos árabes, seguía trabajando en el frigorífico y, acaso, tenía otros amantes. Pero un día, en un bar de Constitución, conoció a Felipe Coronel Rueda, un peruano trece años menor que ella. Morocho, esmirriado, insignificante, Rueda se acercó a la mesa de Emilia a quien ya conocía por haberla visto en el frigorífico. El peruano era el encargado de compras de un restaurante céntrico, ycada vez que iba a comprar la carne se asombraba de ver a esa mujer bajita y musculosa, de manos grandes rasgos pétreos, cortando reses sin levantar jamás la vista de su tabla de trabajo.
 
A Emilia no le gustaba el hombre. Pero menos le gustaba la idea de quedarse sola o con amantes que no le servían para formar una familia. Rueda, en cambio, se enamoró a pesar de las bromas de sus amigos, queno podían creer que el tipo se quedara con una mujer fea y trece años mayor.
 
Se casaron pocos meses después y se mudaron a una casa de la calle Garay al2200, donde instalaron un restaurante llamado Yamile. Ellos vivían en los fondos, lindando con un italiano, José Petrilla, soltero, amargado, adusto, arruinado. De hecho, era el anterior dueño de la propiedad pero, a causa de una malaadministración de su dinero, había terminado vendiéndosela a Rueda. El peruano pagó una parte en efectivo y el resto prometió entregarlo en módicas cuotas. A cambio de haber aceptado la postergación del pago total, Petrilla podría vivir a perpetuidad en el último de los cuartos, un lugar oscuro que había sido un depósito. Sin embargo, Petrilla estaba a gusto en su pocilga: sentía cierta afinidad espiritualcon el lugar, como si él estuviera tan arruinado como su vivienda. Pero lo que más le gustaba era la sensación de encierro absoluto: en su cuarto estaba aislado de la calle, y la calle le producía desde siempre un miedo inmanejable. Salía lo menos posible, solamente para cumplir con sus tareas de destapador de cañerías, y siempre trataba de combinar los horarios para poder volver acaso cuanto...
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