Esa Mujer (Rodolfo Walsh)

Páginas: 10 (2446 palabras) Publicado: 25 de octubre de 2011
Esa mujer, en Los oficios terrestres.

Por Rodolfo Walsh.

El Coronel elogia mi puntualidad. -Es puntual como los alemanes -dice.
-O como los ingleses.
El Coronel tiene apellido alemán.
Es un hombre corpulento, canoso, de cara ancha, tostada.
-He leído sus cosas -propone-. Lo felicito.
Mientras sirve dos grandes vasos de whisky, me va informando, casualmente, que tiene veinte años deservicios de informaciones, que ha estudiado filosofía y letras, que es un curioso del arte. No subraya nada, simplemente deja establecido el terreno en que podemos operar, una zona vagamente común.
Desde el gran ventanal del décimo piso se ve la ciudad en el atardecer, las luces pálidas del no. Desde aquí es fácil amar, siquiera momentáneamente, a Buenos Aires. Pero no es ninguna forma concebiblede amor lo que nos ha reunido.
El Coronel busca unos nombres, unos papeles que acaso yo tenga.
Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. Aun no es una búsqueda, es apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos sospechan que podría ocurrírseme.
Algún día (pienso en momentos de ira) iré a buscarla. Ella no significa nada para mi, y sin embargo iré tras el misterio de su muerte,detrás de sus restos que se pudren lentamente en algún remoto cementerio. Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado amor se alzaran, poderosas vengativas olas, y por un momento ya no me sentiré solo, ya no me sentiré como una arrastrada, amarga, olvidada sombra.
El Coronel sabe donde esta.
Se mueve con facilidad en el piso de muebles ampulosos, ornado de marfiles y debronces, de platos de Meissen y Canton. Sonrío ante el Jongkind falso, el Figari dudoso. Pienso en la cara que pondría si le dijera quien fabrica los Jongkind, pero en cambio elogio su whisky.
El bebe con vigor, con salud, con entusiasmo, con alegría, con superioridad, con desprecio. Su cara cambia y cambia, mientras sus manos gordas hacen girar el vaso lentamente.
-Esos papeles -dice. Lo miro.
-Esamujer, Coronel. Sonríe.
-Todo se encadena -filosofa.
A un potiche de porcelana de Viena le falta una esquirla en la base. Una lámpara de cristal esta rajada. El Coronel, con los ojos brumosos y sonriendo, habla de la bomba.
-La pusieron en el palier, Creen que yo tengo la culpa. Si supieran lo que he hecho por ellos, esos roñosos.
-¿Mucho daño? -pregunto. Me importa un carajo.
-Bastante. Mihija. La he puesto en manos de un psiquiatra. Tiene doce años -dice.
El Coronel bebe, con ira, con tristeza, con miedo, con remordimiento.
Entra su mujer, con dos pocillos de café.
-Contale vos, Negra.
Ella se va sin contestar; una mujer alta, orgullosa, con un rictus de neurosis. Su desdén queda flotando como una nubecita.
-La pobre quedo muy afectada -explica el Coronel-. Pero a usted nole importa esto.
-¡Cómo no me va a importar!... Oí decir que al capitán N y al mayor X también les ocurrió alguna desgracia después de aquello.
El Coronel se ríe.
-La fantasía popular -dice-. Vea como trabaja. Pero en el fondo no inventan nada. No hacen mas que repetir.
Enciende un Marlboro, deja el paquete a mi alcance sobre la mesa.
-Cuénteme cualquier chiste -dice. Pienso. No se me ocurre.-Cuénteme cualquier chiste político, el que quiera, y yo le demostrare que estaba inventando hace veinte anos, cincuenta anos, un siglo. Que se uso tras la derrota de Sedan, o a propósito de Hindenburg, de Dollfuss, de Badoglio.
-¿Y esto?
-La tumba de Tutankamon -dice el Coronel-. Lord Carnavon. Basura.
El Coronel se seca la transpiración con la mano gorda y velluda.
-Pero el mayor X tuvo unaccidente, mato a su mujer.
-¿Que mas? -dice, haciendo tintinear el hielo en el vaso.
-Le pego un tiro una madrugada.
-La confundió con un ladrón -sonríe el Coronel-. Esas cosas ocurren.

-Pero el capitán N...
-Tuvo un choque de automóvil, que lo tiene cual-quiera, y mas el, que no ve un caballo ensillado cuando se pone en pedo.
-¿Y usted, Coronel?
-Lo mío es distinto -dice-. Me la...
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