ESCENA 3
Entra Iascha
Iascha: (Pudiendo apenas contener la risa) ¡Evan ha roto un taco del billar!... (Sale)
Varia: ¿Y qué hace aquí Evan? ¿Quién le ha dado permiso para jugar billar?... ¡Nadie entiende a
la gente de hoy! (Sale)
Lubov: ¡No la hagan enojar, Peeta!... ¡Ya viste la pena que tiene! Prior: ¡Se interesa en todas las cosas, y se mete donde no debe!... ¡A Ania y a mí nos molesto
durante el verano!... ¡Teniamos miedo de enamorarnos de otros hombres... ¡Estoy tan lejos de
lo vulgar!... ¡Ambas estamos enamoradas!
Lubov: (demuestra nerviosismo) ¿Por qué no vendrá Lenoid?... ¡Oh..., quien sabe si ha podido
vender la hacienda o no!... ¡fue Semejante desgracia que nisiquiera quiero pensar en ella!... ¡Estoy totalmente desorientada!... ¡Sería capaz de empezar a gritar o de ponerme a hacer una
tontería!... ¡Sálveme, Peeta! ¡Dime alguna cosa! ¡Dime!
Trofimov: ¿Qué importa si la hacienda se ha vendido o no!... ¡Ese asunto se terminó hace tiempo! ... ¡Ya no hay posibilidad de volver atrás!... ¡Cálmate querida! ... ¡No hay que engañarse a sí mismo! ¡Al menos, una vez en la vida, es preciso mirar
a la verdad cara a cara! Lubov: ¿A qué verdad?... ¡Usted, acaso, ve dónde está la verdad y dónde la mentira, pero yo diría que he perdido el don de la vista y no veo nada!... ¡tu afrontas todas las cosas importantes; pero díme… ¿no
será porque eres joven y no has tenido tiempo de pasar por el sufrimiento que esas
cuestiones encierran, por lo que lo ves tan valientemente?... El que no le temas a nada, ¿no será porque la vida se oculta aún de tus jóvenes ojos?... ¡tu eres más valiente, más profundoy más honrado que nosotros; pero... piensa..., se generoso y ten
piedad de mí! ... ¡Aquí he nacido!... ¡Aquí vivieron mis padres y mi abuelo! ... ¡Quiero a esta casa! ¡Sin el jardín de los cerezos no comprendo la vida y, si es necesario venderlo, que me vendan a mí con él!... (Abrazando a Trofimov y besándole en la frente) ¡Aquí se ahogó mi hijo! (Llorando) ¡Hombre bueno..., compadécete de mí! Trofimov: La acompaño con toda el alma, Lubov.
Liubov Andreevna: ¡Deberías tu decirlo de otra manera! (Saca el
pañuelo y cae al suelo un papel) ¡Si pudieras tu solo imaginar lo agobiada que me siento! ¡Hay aquí tanto ruido! ¡El menor sonido estremece mi alma; pero tampoco puedo retirarme mi cuarto, porque sola y en silencio tengomiedo!... ¡No me juzgue mal, Peeta! ¡te quiero como a un hijo!... ¡... ¡Pero, eso
sí, querido... hay que estudiar..., hay que terminar esa carrera! ¡No haces tu más que dejarse arrastrar por el destino, de un lado para otro, y eso es tan singular!... ¿Verdad?... ¡También tienes
que hacer algo para que crezca esa barba!... (Ríe) ¡Qué divertido eres tu!
Trofimov: (Levantando del suelo el papel) No quiero ser guapo.
Liubov Andreevna: Esta cartaes de París... Todos los días recibo una. Igual hoy que ayer... Ese hombre especial ha vuelto a
enfermarse, se encuentra mal, me pide perdón y me suplica que vaya...¡Y a decir verdad yo debería ir a París y estar a su lado!... ¡Qué severa se ha puesto su cara, Peeta!... Pero ¿qué voy a hacer si está enfermo, solo y no tiene a nadie que le cuide, que le dé las medicinas a la hora debida?... Y...¿por qué ocultarlo?... ¿Por qué callarlo?... si o quiero... ¡Lo quiero! ¡Lo quiero!... ¡Es como una piedra colgada de mi cuello con la que me hundo; pero quiero a esta piedra y no puedo vivir sin ella! (Estrechando la mano de Trofimov) ¡No pienses mal de mi, Peeta!... ¡No me digas nada! ¡No me digas nada!
Trofimov: (Con lágrimas en los ojos)¡Perdon por mi sinceridad!... ¡Ese hombre te ha quitado tus bienes!... Liubov Andreevna: (Tapándose los oídos) ¡No, no y no! ¡No hay que hablar así!
Trofimov: ¡Es un estupido..., y eres tu la única que no lo sabe!... ¡Un miserable canalla! ¡Un ser anodino!
Liubov Andreevna: (Conteniendo su enfado)
¡Has cumplido ya los veintisiete , y pareces un adolescente de segundo año!
Trofimov: ¡Puede que sí! ...
Regístrate para leer el documento completo.