Escribir Mejor Literatura
Bernardo Ruiz
I
NADIE como los poetas para hablar mal de los poetas. Quien los conozca, sabe de lo que hablo. Es una vieja costumbre. No veo por qué. O si lo veo, no creo necesario hacer un tratado sobre el egocentrismo. Ciertamente, hay curiosas excepciones. Costumbre o tradición (lo comentaba también Hugo Hiriart en uno de sus ensayos): sobran registros entre losautores latinos al respecto, y no pocas invectivas del Siglo de Oro español se conservan para ejemplo de los duelos de vanidades. Hiriart citaba el caso de Góngora y de Lope con particular acierto.
Por mi parte, llevo buena amistad con los narradores, me gusta leerlos y comentarlos e intercambiar historias con ellos. Todos sabemos que los temas son finitos, casi tanto como el alfabeto, pero que lacombinatoria de ellos viene a ser la sazón de los platillos. Además, relacionar unas historias con otras, compartir personajes o espacios donde estos confluyen es, en ocasiones, un alegre divertimento a la hora de escribir.
Pocos encuentros son tan amenos y cordiales como los de narrativa. Son fáciles de escuchar, con un poco de costumbre se aprende a distinguir desde el inicio del texto lasvirtudes o debilidades de un autor y el interés que puede dar a su relato. Los autores kilométricos son detectados con rapidez cuando sacan su manuscrito o buscan las páginas en sus libros y esos instantes dan la oportunidad de un interludio en esas experiencias.
Cuando un escritor asume que como en un banquete opulento un lector paladea varios sabores y platillos, comprende que ese ese el verdaderoplacer de la literatura. Y que no debe uno sentirse excepcional entre sus pares, sino agradecer que existan.
Hay, también, una diferencia entre los cursos de creación narrativa y las sesiones de taller de narrativa. Durante los cursos es muy difícil ir al detalle en torno a una historia: la audiencia es amplia, de modo que una lectura y una crítica detalladas son propiamente imposibles. En loscursos, asimismo, apenas hay tiempo para comentar respecto a ciertas lecturas adicionales o algunas técnicas que auxilien a un autor con su bibliografía respectiva. En tal sentido, la experiencia de un taller es mejor para un aprendiz ; ahí es donde puede profundizarse y hurgar en el detalle y perfeccionamiento de una historia. Realmente, esa es la experiencia más placentera.
La condiciónnecesaria es impedir que un taller se convierta en un club de intercambio de elogios. Bajo este acuerdo, el análisis frase por frase o párrafo por párrafo, la estructura, las diversas partes del relato pueden evaluarse con detalle y enriquecer no sólo al autor sino a todo el grupo de trabajo.
Cuando esto sucede, cada sesión además de fructífera y agotadora alcanza una trascendencia para el grupo.Fuerza a continuar con mayor cuidado con la propia labor y a aprender el gusto por la revisión o la reconstrucción de un texto. Incluso la repetida corrección de un mismo texto a lo largo de diversas sesiones viene a ser alentadora y atractiva.
Ése era el método de Augusto "Tito" Monterroso, no lo registró específicamente en ninguna de sus páginas, pero lo hago ahora, como un breve homenaje a susenseñanzas.
II
La condición que debe uno imponerse al ingresar en un taller es saber escuchar: todos aprendemos de todos a la hora de trabajar sobre una creación. En el caso del relato, el auditorio debe estar atento a la anécdota, a la trama, a los personajes, al ambiente. Debe cada uno evaluar cómo funciona el conjunto, señalar los puntos débiles o confusos; considerar dónde hace falta unamayor precisión o exactitud. Los participantes de un taller tienen tanta responsabilidad como el tutor y el autor en el pulimento del trabajo. Los talleristas están para revisar la calidad del relato en su conjunto y en sus partes. A su vez, el tutor es quien debe afinar los criterios de estilo, sintácticos y gramaticales del texto, en vez de delegar esta función al grupo.
El resto, es...
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