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La educación en el pensamiento Platónico
Todo aquel que haya leído más de dos Diálogos del viejo maestro ateniense se percatará enseguida de que la educación no es para Platón un aspecto secundario, sino que constituye una preocupación constante en su quehacer filosófico. Para él, la educación es el punto de partida en virtud del cual el alma adopta una posición ante el mundo y ante la vida.Por ello, no puede ser abandonada al azar de las circunstancias ni dejada en manos de cualquiera. Así, en su afán de alcanzar el modelo más acabado posible para una educación «de excelencia», desarrolla cuidadosamente todo lo que será el entorno de los niños desde su nacimiento, escogiendo lo mejor para su cuerpo, su corazón y su mente, según se van sucediendo las distintas etapas de la vida.Vemos también que pone de manifiesto lo que es perjudicial para ellos, explicando en cada punto los motivos, y llama la atención sobre un sinfín de detalles que, por ser cotidianos carecen, de «malicia» y pasan inadvertidos, pero tienen profundas huellas psicológicas y espirituales. No menos importante es la atención que dedica a la figura de los pedagogos, los que están al cargo directo de esaenseñanza, puntualizando que, ante todo, enseñarán con el ejemplo en sus propias vidas. Sin embargo, el ideal platónico tiene un aporte muy genuino y consiste en que esa educación, si bien se organiza y canaliza desde fuera, se realiza y manifiesta desde dentro: es cada persona la que debe dar a luz a su propio ser. De esta idea surgirá el posterior concepto latino del que deriva la palabra educar:educire, guiar hacia fuera lo que está dentro. Con esto no se minimiza la trascendental importancia que ocupa el que enseña, pero nos ayuda a comprender que la educación, por más que forme parte de un sistema establecido por y para un conjunto de hombres, es un proceso totalmente individual, que el filósofo vincula con la innata capacidad de acceder a los arquetipos: «En efecto —afirma Platón en sudiálogo Menón—, todo lo que se llama buscar y aprender no es otra cosa que recordar». Y sigue: «Hemos de rechazar la concepción de la educación profesada por aquellos que dicen que pueden introducir en la mente un conocimiento que antes no estaba allí… Nuestra argumentación indica que esta capacidad [de llegar a las verdades últimas o arquetipos] es innata en la mente de todos los hombres».
Comodecíamos al principio, en todos los diálogos, más allá del tema sobre el que se discuta, aparece en uno u otro momento la cuestión de la educación. Esto es así hasta el punto que, en algunas ocasiones, aunque en apariencia el texto parezca encaminado hacia otros derroteros, de pronto comprendemos que la cuestión planteada es la educativa. Es el caso, por ejemplo, de Laques, subtitulado «del valor».En esta obra se discute qué es el valor, cómo se manifiesta, qué teme o no teme el valiente, pero, al acabar, no se resuelve qué es el valor. Y es que si atendemos bien al principio del texto, veremos que lo que Sócrates plantea no es descubrir qué es el valor; la cuestión a dilucidar es si los interlocutores (todos padres) saben educar a sus hijos. Al darse cuenta de su incapacidad para definirel valor, deben aceptar que tampoco pueden enseñarlo, concluyendo que todos deben buscar un maestro y disponerse a aprender. Así, Platón utiliza un diálogo entero para mostrar cómo a menudo se da por hecho que cualquier persona puede educar, cuando en realidad hace falta una gran experiencia, estudio y conocimiento de los arquetipos para poder ayudar a otros a educirlos. Este ejemplo nos sirvetambién para aclarar que los subtítulos que se han impuesto a los diálogos platónicos son añadidos posteriores que, como en este caso, desorientan la lectura inicial; incluso se puede llegar a pensar —como algunos han hecho— que en el momento en que Platón escribió la obra no sabía definir qué es el valor, cuando, sencillamente, el objetivo del escritor era otro.
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