escuchar a mozart

Páginas: 10 (2361 palabras) Publicado: 1 de agosto de 2013
ESCUCHAR A MOSART
Pensar, capitán Montes, que hubieras podido seguir durmiendo tu siezta. En realidad, estás cansado. Hay que reconocer que la faena de anoche fue dura, con esos dose presos que llegaron juntos, ya bastante maltrechos, y ustedes tuvieron que arruinarlos un poquito más. Eso siempre te deja un malestar, sobre todo cuando no se consigue que suelten nada, ni siquiera el numero dezapatos o el talle de la camisa. Las pocas veces en que alguien habla, pensando (pobre ingenuo) que eso quizá signifike el final del infierno, entonces el trabajo sucio te deja por lo menos una satisfación mínima. Después de todo, te enseñaron què el fin justifica los medios, pero vos ya no te acordás mucho de cuál es el fin. Tu especialidad siempre fueron los medios, y éstos deben ser contundentes,implacables, eficaces. Te metieron en el marote que estos muchachitos tan frescos, tan sanos, tan decididos (vos agregarías: y tan fanáticos), eran tus enemigos, pero ha esta altura ya ni siquiera estás demasiado seguro de quiénes son tus amigos. Por lo menos sabés a ciencia cierta que el coronel Ochoa no es tu amigo. El coronel, que jamas se mancha el meñique con ningún trabajo que apeste, teconsidera un débil, y te lo ha dicho delante del teniente Vélez y del mayor Falero. Vos no siempre alcanzás a comprender cómo Falero y Vélez pueden efectuar tan calmosamente un interrogatorio tras otro, sin perder nada de su conpostura, sin que se les afloje un botón ni se les desacomode el peinado, negro y hengominado en Falero, ondeado y pelirrojo en Vélez. La siesta te deja siempre de malhumor.Pero hoy estás especialmente malhumorado. Quizá porque Amanda te sugirió anoche, tímidamente, después de haber hecho el amor con una tensión inevitable y frustránea, si no sería mejor que, y vos estallaste, casi rugiste de indignación y despecho, acaso porque también pensabas lo mismo, pero a quién se le ocurría ahora pedir el retiro, algo que siempre despierta fastidiosas sospechas y aprensiones.Y además, en “época de guerra interna”, el pretexto tendría que ser tremendo, nunca menos que cáncer, desprendimiento de retina o sirrosis. Pero lo lamentable es que Amanda lo haya pensado, simplemente pensado. Pienso en Jorgito y me da pánico. ¿Y qué se cree? ¿Que vos vislumbrás un porvenir espléndido? Y eso que ella no sabe los pormenores de cada jornada. No sabe cómo te sentiste cuando a lamuchacha que cayó en La Teja hubo que irle sacando los dientes, uno por uno, con paciencia y con selo. O cuando tuviste conciencia de que, al cabo de una sola seción de trabajo, aquel obrerito mofletudo había quedado listo para que le amputaran el testículo. Ella no sabe nada. Incluso a veces te comenta si será cierto lo que dicen las malas y peores lenguas: que en el cuartel tal y en el regimientocual, arrancan confesiones mediante espantosos procedimientos. Y es increíble que te diga: “Ojalá nunca te ordenen hacer algo así. Porque, claro, tendrías que negarte, y baya a saber qué sucedería. Y vos tranquilizándola como de costumbre, sin poderle confezar que cuando te lo ordenaron la primera vez ni siquiera esvozaste una tímida negativa, porque no le podías dar al coronel Ochoa ese pretextoen bandeja. Fue en esa amarga jornada cuando te jugaste tu carrera y decidiste no perder, y aunque de noche estuviste vomitando durante horas, y Amanda, al despertarse con el fragor de tus harcadas, te preguntó qué te pasaba y vos inventaste lo del lechón que te había caído mal, la cosa no terminó ahí y durante muchas noches soñaste con aquel muchacho que, cada vez que recomenzaba el castigo, abríala boca sin emitir sonido alguno y aprehetaba los ojos y ponía el pescuezo duro como una viga. Ahora pensás, claro, a qué darle más vueltas. Una vez que te decidiste, chau. De todas maneras, vos creés que tenés motivos morales para hacer lo que hacés. Pero el problema es que ya casi no te acordás del motivo moral, sino pura y exclusivamente de una boca que sangra o un cuerpo que se dobla. De...
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