escuela
¡La salvaje!
Viviña tenía ganas de conocerla. Se burlaba de todas las historias sin creerlas. Esta le daba el atractivo del incitante sexual. La salvaje raptaba a los hombres. Selosllevaba al monte. A tenerlos de maridos.
¡Los otros cuentos eran nada! El descabezao. La gallina e cien pollos. ¡El ventarrón del diablo! ¡Bah!
No temía a los muertos. En cuanto a los vivos loshabíaprobado. Cuando peleo con Toribio al machete. Por un pañuelo de Chaba. Le rompió las costillas i delante de todos que gritaban:
¡Cójanlo! ¡Cójanlo!
Lamio la negra hoja cubierta de coágulos.Suociosidad lo hacía vaguear. Acostumbraba irse a dormir al monte. I se iba a Guerta Mardita. Sin importarle una guaba la penaciòn del moreno que estaba allí enterrado con la mujer i los hijos, a losquemato. Los que la cruzaban de noche decía que se oían salir gemidos de bajo de la tierra. Viviña oie únicamente el silbido del machete del viento tumbando ramas viejas i matas de plátano secas.Lascongas haciendo huecos en los palos podridos. I la noche caminando.
Oía tanto de la salvaje. Muchos guapos le confesaron:
-Sijuese mas alentao… Palabra que me iba pa dentro a buscala…
La describíanconuna mezcla de temor i de procacidad:
-¡Es guena caracho! Izque le relampaguean los ojos piorque ar tigre. ¡Tiene unos pechotes! I es peludisima. Pero er crestiano varón que cae en su mano novuervemas nunca pa lo poblao. I e imposible seguisla er rastro: tiene los pies viraos ar revés…
Viviña se reía por dentro y contestaba:
-Ajà.
I un día se marchó al monte. Compro unas chancletasserranasde cabuya. Se ciñó el crucerito. I camino p` arriba por las huertas interminables. Atravesó sabanas i bujuqueros. Rodeo las últimas haciendas. Hizo tres jornadas comiendo frutas, ardillas iconejos;bebiendo agua arenosa de los ríos.
Dormía enhorquetado en los arboles altos. Buscando los que no son vidriosos para no ir a derrumbarse en medio sueño. La obsesión de la salvaje lo seguía....
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