Escultura
«Para mi gusto, la escultura debería tener el menor movimiento posible. Rodin mismo permanece quieto; pone movimiento en los músculos,peroel conjunto queda quieto y tranquilo» (Arístides Maillol).
«Nos hemos liberado de los viejos errores de los egipcios, según los cuales el elemento básico del arte sólo podía ser unritmoestático. Y enunciamos que los elementos del arte tienen su base en un ritmo dinámico" (Manifiesto constructivista de Gabo y Pevsner).
La construcción y composición de la esculturase ha debatidosiempre en otra antinomia -la escultura parece el arte de las antinomias -, cual es la del reposo y el movimiento.
Por un lado, la propia forma escultórica parece hallarseen contradicción conel movimiento, por cuanto la estatua es algo fijo e inmóvil, y que, como su propia etimología latina denota, permanece «estático». Incluso la forma rígida y hierática de laestatuaria proporcionamayor sensación de estabilidad y permanencia; por ello, desde los tiempos de los egipcios, esta cualidad estática de la escultura se ha considerado adecuada para la representaciónoficial delas imágenes de la divinidad.
Sin embargo, a lo largo del desarrollo histórico de este arte desde el mundo clásico hasta nuestros días, el deseo de los escultores ha tendido arepresentar elmovimiento. Incluso en el siglo XX se ha alcanzado el movimiento real de los objetos escultóricos, tema al que se aludirá más adelante. En realidad, la propia naturaleza estática de laesculturaestá en contradicción con la vida misma. Pues el movimiento necesita no sólo de espacio, sino de tiempo para que la forma pueda desplazarse y discurrir por el espacio. Por eso la esculturasalvo loscasos actuales de «esculturas cinéticas» y de "móviles" ya aludidos, no puede traducir el movimiento real sino de una manera ilusoria, de la misma forma que la pintura no puede crear espacio
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