Ese Inolvidable Cafecito Cuento


Ese Inolvidable Cafecito
Juan Carlos Vázquez Castro

Un día en la secundaria nos invitaron –a todos obligatoriamente-, a pintar una construcción que hacía de colegio y que era elcentro e un poblado de chozas, cuyo nombre no puedo recordar, muy pobre y muy apartada de nuestras urbanizaciones, aunque, no muy distante.
Obligatoriamente, acudió todo el salón,acompañado de nuestros compañeros campistas, los promotores de la iniciativa solidaria.
Fue un sábado por la mañana, todos montados en los autobuses; todos nos sentíamos con sueño yenojados porque estábamos ahí obligatoriamente, pero, en cuanto el autobús a arranco nos miramos entre si y nos dimos cuenta que muy en el fondo nos sentíamos contentos con nosotros mismos,porque armados con esas brochas, íbamos a pintar de alegría y de esperanza, los rostros de aquella desconocida gente.
Cuando llegamos, vimos como veinte chozas alrededor de una pobreconstrucción de cemento que hacía de colegio y, escuchamos la soledad escondida, excluida, perdida.
Nos pusimos manos a la obra; unos arriba, otros abajo; unos adentro, otros afuera.Como éramos como cuarenta pintores de brocha grande, la obra duro tan solo unas tres o cuatro horas.
Pero, un poco antes de terminar, nos llamaron para que descansáramos, salimos y vimosa una humilde y tierna señora que nos invitó a tomar café. La señora, con toda la amabilidad, dulzura, y agradecimiento, nos fue sirviendo en unas tacitas de barro que íbamos pasandoa otro después de consumirlo.
Nunca olvidare ese olor y ese sabor de café, pues quedo grabado en mi memoria olfativa y gustativa para siempre. Nunca me han brindado un café tan ricocomo el que nos ofrecieron en ese día solidario.
Fue un café dado con todo el amor del mundo. Me supo a humanidad, me supo a gloria.
Fue el mejor café, el café más rico del mundo.