Eso que llaman democracia:

Eso que llaman democracia:
De anular el voto y de abstenerse

Si hemos de atenernos a las definiciones recientes –Dahl, Bobbio, Huntington–, en el sentido de que democracia es un proceso por el que una comunidad elige a aquellos que han de tomar las decisiones colectivas, hay que adelantar un pronostico pesimista: la democracia, por sí misma, no podrá resolver los problemas de una comunidad.No puede hacer nada contra la pobreza, la desigualdad, la delincuencia o el desempleo. Es, apenas, una forma de gobierno que contribuye a fomentar a libertad y la igualdad de una sociedad, cuando ésta es más o menos homogénea. En las sociedades caracterizadas por la inequitativa distribución de los recursos, sin embargo, la democracia sólo puede revelar las simpatías o antipatías que, en unmomento determinado, suscita un grupo u otro en ciertos sector de la población.

Cobré conciencia sobre lo engañosa que puede ser la democracia cuando, hace años, leí que el presidente Ronald Reagan había criticado a los chinos por oponerse a ella: “Sólo tienen un partido político”, acusó. El dirigente de aquel país, Den Xiao Ping, replicó: “¿Cómo se atreve a criticarnos cuando en su país sólotienen dos?” La respuesta había sido brillante. Brillante y devastadora: entre una opción y dos –sobre todo si estas dos son casi idénticas– no había mayor diferencia.

En 2005, los ingleses –cuya organización política tiene mucho de paradigmático– tuvieron que elegir, democráticamente, entre ir a la guerra con los conservadores o con los laboristas. Triunfó la primera opción, aunque 70 por ciento delos ingleses se oponían a la confrontación con Irak. ¿Qué ocurrió en el camino? Cuando fenómenos como éste se dan en sociedades menos sofisticadas (como México), muchas personas se sienten desencantadas ante la idea que tienen de la democracia y frente a toda forma de gobierno. Como resultado de eso, algunas dejan de votar.

“Se pueden dar interpretaciones benévolas de la apatía política”–escribió Norberto Bobbio en El Futuro de la democracia–, “pero incluso las interpretaciones más moderadas no me pueden quitar de la cabeza que los grandes escritores democráticos sufrirían en reconocer en la renuncia a usar el propio derecho un buen fruto de la educación de la ciudadanía”. Tiene razón: ¿Por qué votar cuando, la diferencia entre la opción A, B y C es mínima? ¿Por qué votar cuando,después de haber estudiado los programas de gobierno y reflexionado sobre lo que conviene y no conviene al país, no se está de acuerdo con ninguna de las opciones políticas disponibles? Por añadidura, como lo ha demostrado Kenneth Arrow, quien determina la agenda en una votación (¿qué se vota primero? ¿qué opción se elimina en un segunda vuelta?), acaba definiendo el rumbo de una comunidad. Cadaindividuo puede elegir entre A o B, pero ¿qué ocurre con los muchísimos que preferirían C o D y ni siquiera fueron considerados?

Advertir las contradicciones de la democracia es, sin lugar a dudas, una de las razones por las que ésta parece, cada día menos convincente para millones de personas. Así lo revela buen número de encuestas, a despecho de las olas democratizadoras que, de cuando en cuando,hacen concebir esperanzas a los idealistas, quienes se sienten frustrados cuando estas olas se disipan. La propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha advertido que hay que aprovechar las bonanzas para distribuir la riqueza pues, de otro modo, se perderá confianza en los regímenes democráticos. Y es que, como lo sentenció Rousseau, “no puede haber expresión adecuadade la voluntad popular si existen pobres tan pobres que no tengan más alternativa que vender su voto, y ricos que puedan comprarlos sin dificultad”.

En algunos países, la sociedad civil se siente descorazonada cuando se le invita a elegir quién debe beneficiarse de los fondos públicos para sus propios fines: el partido rojo o el partido verde o el azul, o el tricolor... Los recursos...