español
Las paredes oyen
Personas que hablan en ella:
Don MENDO, galán
Don JUAN, galán
El DUQUE, galán
El CONDE, galán
LEONARDO, criado
BELTRÁN, gracioso
Doña ANA, dama viuda
Doña LUCRECIA, dama
CELIA, criada
ORTIZ, escudero
Otro ESCUDERO
MARCELO, criado del duque
FABIO, criado del duque
Una MUJER
Cuatro ARRIEROS
Salen don JUAN, vestido llanamente, y
BELTRÁN
JUAN: Tiéneme desesperado,
Beltrán, la desigualdad,
si no de mi calidad,
de mis partes y mi estado.
La hermosura de doña Ana,
el cuerpo airoso y gentil
bella emulación de abril,
dulce envidia de Dïana,
mira tú, ¿cómo podrán dar esperanza al deseo
de un hombre tan pobre y feo
y de mal talle, Beltrán?
BELTRÁN: A un Narciso cortesano,
un humano serafín
resistió un siglo, y al fin
la halló en brazos de un enano,
y, si las historias creo
y ejemplos de autores graves
-- pues, aunque sirviente, sabes que a ratos escribo y leo --
me dicen que es ciego Amor,
y sin consejo se inclina;
que la emperatriz Faustina
quiso un feo esgrimidor;
que mil injustos deseos,
puestos locamente en ella,
cumplió Hipia, noble y bella,
de hombres humildes y feos.JUAN: Beltrán, ¿para qué refieres
comparaciones tan vanas?
¿No ves que eran más livianas
que bellas esas mujeres,
y que en doña Ana es locura
esperar igual error,
en quien excede el honor
al milagro de hermosura?
BELTRÁN: ¿No eres don Juan de Mendoza? Pues doña Ana ¿qué perdiera
cuando la mano te diera?
JUAN: Tan alta fortuna goza,
que nos hace desiguales
la humilde en que yo me veo.
BELTRÁN: Que diste en el punto, creo,
de que proceden tus males.
Si Fortuna en tu humildad
con un soplo te ayudara,
a fe que te aprovechara
lamisma desigualdad.
Fortuna acompaña al dios
que amorosas flechas tira;
que en un templo los de Egira
adoraban a los dos.
Sin riqueza ni hermosura
pudieras lograr tu intento;
siglos de merecimiento
trueco a puntos de ventura.
JUAN: Eso mismo me acobarda. Soy desdichado, Beltrán.
BELTRÁN: Trocar las manos podrán
Fortuna y Amor. Aguarda.
JUAN: Si a don Mendo hace favor,
¿qué esperanza he de tener?
BELTRÁN: En ése echarás de ver
que es todo fortuna amor.
A competencia lo quieren
doña Ana y doña Teodora;
doña Lucrecia lo adora; todas, al fin, por él mueren.
Jamás el desdén gustó.
JUAN: Es bello y rico el mancebo.
BELTRÁN: ¡Cuánto mejor era Febo!
Y Dafnes lo desdeñó.
Y, cuando no conociera
otro en perfección igual,
aquesto de decir mal
¿es defecto como quiera?
JUAN: Y ¿no es eso murmurar?BELTRÁN: Esto es decir lo que siento.
JUAN: Lo que siente el pensamiento
no siempre se ha de explicar.
BELTRÁN: Decir...
JUAN: Que calles te digo;
y ten por cosa segura
que tiene, aquél que murmura,
en...
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