Espejo En Ruinas. La Fotografía En Juan Rulfo

Espejo en ruinas
Fabián Muñoz

…era mi padre. Cuando crecí y lo
busqué me dijeron que estaba muerto.
Es algo difícil crecer sabiendo que la
cosa de donde podemos agarrarnos
para enraizar está muerta.
Juan Rulfo, El Llano en Llamas.

Ante las ruinas de una fantasmal Casa Grande de alguna de las muchas haciendas olvidadas en un pueblo de Jalisco, dos espejos colocados en ángulos distintosde su fachada reflejan desde diferentes perspectivas el mismo olvido y desamparo de esas piedras amontonadas, los dos espejos intentan atrapar inútilmente su presente y el pasado perdido.
Estos espejos son la mirada de Juan Rulfo, forastero en su tierra que desde la literatura y la fotografía intentó retratar su pasado, buscó descubrir entre escombros un edén que nunca encontró, ese paraíso queera conocer a su padre.
Desolación y orfandad marcaron la infancia de a ese niño nacido en el pueblo de Sayula, Jalisco en 1917, quien apenas con seis años de edad recibió la noticia de la muerte de su padre, Nepomuceno Pérez Rulfo, asesinado cerca de su casa. Luego de ello la familia se mudará al pueblo de San Gabriel. Su madre, quien murió pocos años después de tristeza y enfermedad, lo enviócon su hermano a estudiar a Guadalajara al hospicio Luis Silva en pleno periodo de la Guerra Cristera; en ese lugar, el niño Juan Nepomuceno Carlos Pérez Vizcaíno[1], luego conocido como Juan Rulfo, sufrió la soledad que se vería reflejada tanto en sus textos como en sus fotografías.
Porque en Luvina sólo viven los puros viejos y los que todavía no han nacido como quien dice…Y mujeres sin fuerzas,casi trabadas de tan flacas. Los niños que han nacido allí se han ido…Apenas les clarea el alba y ya son hombres. Como quien dice, pegan brinco del pecho de la madre al azadón y desaparecen de Luvina. Así es allí la cosa.[2]
Su pueblo desolado por la guerra, los cadáveres tendidos en las calles, los ahorcados oscilantes en los postes de los caminos, las mujeres enlutadas y una devoción religiosallevada a la violencia fueron las imágenes cotidianas del niño huérfano que regresaba de vez en vez a su hogar, ese nido marchito, que junto con la lectura obsesiva en la biblioteca familiar fue gestando esa otra mirada, esos dos espejos que reflejan sus ruinas.
Seguramente, porque la fotografía de alguna manera es una forma de capturar un momento del pasado, Rulfo la vio como una opción paraencontrar a su padre. Esa búsqueda bien puede evidenciarse en las primeras líneas de su novela Pedro Páramo y se refuerza cuando el personaje al llegar a Comala utiliza un retrato de su madre para ser reconocido por su padre al que nunca ha visto.
Sentí el retrato de mi madre guardado en la bolsa de mi camisa, calentándome el corazón, como si ella también sudara. Era un retrato viejo, carcomido enlos bordes; pero fue el único que conocí de ella. Me lo había encontrado en el armario de la cocina, dentro de una cazuela llena de yerbas: hojas de toronjil, flores de castilla, ramas de ruda. Desde entonces lo guardé. Era el único. Mi madre siempre fue enemiga de retratarse. Decía que los retratos eran cosa de brujería. Y así parecía ser; porque el suyo estaba lleno de agujeros como de aguja, yen dirección del corazón tenía uno muy grande donde bien podía caber el dedo en el corazón.
Es el mismo que traigo aquí, pensando que podría dar buen resultado para que mi padre me reconociera.[3]
Es con la muerte de su madre, cuando Juan Rulfo regresa a casa bajo los cuidados de su abuela quien lo presiona para ser seminarista y cumplir así un anhelo familiar, el joven Rulfo accede por su deseode salir del pueblo y conocer el mundo, como lo confesó muchos años más tarde. Dicho anhelo iba tal vez más allá de la aventura, es un deseo que pudo estar conectado con el sueño de encontrar a su padre y de alguna manera sus orígenes, de ahí también su creciente interés por la Historia de México. Todo esto conjuntado con su posterior vocación fotográfica lo llevó a recorrer pueblos y parajes...