Espejo que miente
En cierto momento su voz me dijo:
-Medite, señor, medite en la grandeza del progreso que se desarrolla bajo nuestros ojos; en el progreso que lleva a los hombres desde el pasado hasta el futuro, desde lo que ya no es más hasta lo que todavía no es, de lo que se recuerda a lo que se espera. Los salvajes no prevén el futuro, no piensan en el porvenir; no prevén niproveen. Pero nosotros, hombres civilizados, hombres nuevos, vivimos para el futuro y a merced del futuro. Nuestra vida entera se tiende hacia lo que debe venir, está construida en previsión de lo que ocurrirá. Nuestros hombres consagran el presente al mañana (siempre, porque todo presente pasa al mañana que pasará), respetuosa y valerosamente.
“Este enorme progreso del espíritu profético es lo quehace desvanecer los peligros, lo que pone en nuestras manos las fuerzas, lo que hace descubrir nuevas posibilidades, lo que nos vuelve dueños de la tierra, del mar y del cielo y de una cosa que vale más que todo eso, oh señor: ¡de nosotros mismos!”
Pero en ese momento un tren expreso llegó a la estación. Su estruendo solemne en el cruce de las vías, su breve silbato, decidido, irritado,interrumpieron el discurso del Hombre que no conozco. Cuando el tren se calmó y no se oyeron más que sordos bufidos de la locomotora y los viajeros escaparon, el Hombre quiso todavía continuar pero yo me anticipé:
-Señor Hombre -le dije-, este tren que acaba de llegar, ¿no le ha sugerido nada que se relacione con nuestra circunstancia? ¿No ha entendido su respuesta? ¿Quiere que se la repita yo,humilde traductor, ya que puedo traducir el idioma de los trenes y de muchas otras cosas? Hasta hace pocos minutos este tren corría a una velocidad media de ochenta kilómetros por hora, pequeño mundo apiñado e iluminado a través del campo solitario y neblinoso. Y he aquí que de pronto se detiene y los habitantes de esta pequeña ciudad en fuga han desaparecido y el maquinista se seca la frente conaire poco satisfecho. Las ruedas se han detenido perezosamente sobre los rieles y los vagones vacíos y oscuros añoran las charlas de los pasajeros y las valijas multicolores. Así termina una fuga cuando se viaja sobre rieles. Pero dejemos el tren y volvamos a los hombres. En este momento se me ocurre algo absurdo y se lo digo a usted, señor Hombre, y lo digo porque no hay aquí multitudes que puedanescucharme. Si estuvieran aquí todos los que yo deseo, les diría:
“Imaginen, humanos, una cosa imposible, absurda, loca, increíble y espantosa. Imaginen que todo el mundo se detuviese de improviso, en un instante dado, y que todas las cosas permanecieran en el sitio en que estaban y que todos los hombres se volvieran inmóviles, como estatuas, en la actitud en que estaban en ese instante, en laacción que se hallaban ejecutando... Si esto ocurriera y si a pesar de todo ello continuara todavía funcionando en los hombres el pensamiento, y pudieran recordar y juzgar lo que hicieron y lo que estaban haciendo, y pudieran examinar todo lo que realizaron desde su nacimiento y meditar en lo que deseaban realizar antes de morir, ¡imagínense cuánta desesperación ardería bajo el trágico silencio...
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