Esperanza Aguirre

Hoy no puedo evitar recordar las palabras de Vargas Llosa: ¿Quién es esa Juana de Arco liberal? Hablaba, es obvio, de Esperanza Aguirre. Es curioso vercomo esa pregunta retórica se ha convertido en una profecía, en una perfecta metáfora.
Al igual que la doncella de Orleans, Esperanza Aguirre luchó porhacerse un hueco en una sociedad en que los hombres dominaban. Ambas figuras representan y defienden unos ideales “puros”, unos ideales que se combinan confacilidad con otros postulados. Pero ellas nunca perdieron esa pureza ideológica: batallaron, sembraron la polémica y sorprendieron por su entereza.
La lideresafue la única ministra que transcendió de las cuatro que estuvieron presentes en el aquel Gobierno de Aznar, fue la primera mujer que presidió el Senado y laprimera electa presidenta de una comunidad autónoma. Fue un baluarte del liberalismo y de la transparencia política. Nunca tuvo miedo de la prensa, sinoque la consideró una aliada. Nunca tuvo ningún reparo en decir con claridad lo que pensaba, aunque en varias ocasiones le acarreó problemas.
No se puededecir que sufriera “martirio” como la de Arco, pero fue aplaudida y criticada a partes iguales por sus actos a lo largo de toda su actividad como Presidenta dela CAM. Con la misma intensidad en toda su trayectoria. No perdió la entereza en ningún momento.
Y como Juana de Arco del liberalismo quedará para laposteridad: referente del liberalismo y modelo de una forma de hacer política. Política pura, sin aditivos, pero que se combinará con otros planteamientos.