espiritu inquieto

Páginas: 21 (5013 palabras) Publicado: 30 de marzo de 2014
“Un Espíritu Inquieto”
El hombre nacido de mujer, corto de días y harto
de sinsabores; que sale como una flor y es cortado,
y huye como la sombra y no permanece.
Job.
Aquella mañana Pablo González estrenaba un magnífico sobretodo azul. A las ocho de la mañana, después de colocárselo encima de su traje claro de días de fiesta, salió. Un día hermoso y azul, como su sobretodo, lo recibió en lacalle. Encendió un cigarrillo y echó a andar hacia la Avenida Mayo. Hacía un poco de frío, y un vientrecillo que subía del puerto se llevaba las bocanadas de humo hacia la cúpula del Congreso.
Iba casi alegre. Atmósfera brillante, cielo azul y claro de fines de otoño, sobretodo nuevo, veintiocho años.¿Qué más podía desea un hombre para ser feliz? ¿Una mujer? Ya vendrá. Siempre que estrenaba unaprenda de vestir, su oscura juventud se iluminaba con la esperanza de un amor grande y fuerte. El hombre vive de grandes esperanzas y de pequeños recuerdos. Todas las mañanas, cuando el despertador lo llamaba con su gritito estúpido, se sentaba en la cama y preguntábase: “¿Qué espero hoy?”
Cuando no esperaba nada , cuando depués de un momento de reflexión se daba cuando de que nada ni nadievendría a traerle una causa o un motivo que justificara en aquel día su razón de vivir -una carta, un libro o una cita-, sentíase amargado , y la neurostania, adquirida en seis años de estúpida vida de oficinista, bajaba de su buhardilla misteriosa hacia sus nervios destemplados.
Pero hoy era distinto. Cuando se posee un sobretodo nuevo, la esperanza se anima y hay derecho para esperar muchas cosas.Vagaba de una acera a otra, acechando el paso menudito de las mujeres. Les decía requiebros, ofrecíase para acompañarlas, las invitaba a tomar café, les ofrecía flores; pero ellas pasaban silenciosas, arrebujadas en sus pieles o abrigos, haciendo sonar sus altos tacones sobre las veredas. Algunas le sonreían, pero ninguna le miro invitándolo a seguirla. Era la hora de entrar a la oficina o altaller y no tenían tiempo… ¡Lástima! ¡Tan buen mozo, recién afeitado, con aquel sombrero negro que daba a su rostro de criollo un encanto melancólico de enamorado, y con ese sobretodo azul, por debajo del cual la raya esplendorosa del pantalón se deslizaba vertiginosamente hacia el zapato de anca de potro! hasta se daba vuelta a mirarle. Pero, francamente, no tenía tiempo…
Aquella aparenteindiferencia y aquel resultado negativo de sus invitaciones concluyeron por cansarlo. No se dio cuenta de que la hora era inoportuna . Sólo pensaba en que tenía un sobretodo nuevo y que las mujeres casi tenían la obligación de corresponder a sus galanterías y ofrecimiento. Termino por aburrirse, y apartándose poco a poco de ellas, empezó a pensar en sí mismo.
No tenía qué hacer, pues estaba sin empleo; peroesto no le preocupaba. Tenía ahorros para vivir con cierta holgura mientras duraba su cesantía. No tenía familia que le recordaba necesidades. Su único pariente, una tía vieja que residía en Córdova, no necesitaba de él. Y esto lo alegraba. El hombre que está solo es el más fuerte. Por lo demás, era provisor. Meses antes había pagado a la empresa del horno incinerador de cadáveres su derecho aser carbonizado. Cuando muriera, recogerían su cadáver, lo meterían en el horno y… ¡ceniza!, como la del cigarrillo que tiró en la esquina de avenida de Mayo y Perú. Le mandarían a la tía el recuerdo ceniciento del sobrino, y se acabó.
La idea de la muerte lo sobrecogió como un grito durante el sueño; pero fue un sobresalto que pasó rápidamente, hundiéndolo más en su abismo reflexivo.
Pasó antelas vitrinas, sin mirarse ya en los grandes vidrios -que día a día recogen la visión física de la vida de la ciudad-, filosofando. Ya la neurastenia había abierto la puerta de su desván oscuro ahuyentado con su sonrisa agria la pequeña alegría que le causara su sobretodo nuevo. Siempre le pasaba lo mismo. Todos los pensamientos sobre su vida, insensiblemente, como por una curva suave y sin...
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