estado cojedes
LA MUERTA DE LA CHEPERA
EL CARRETÓN DE LA MUERTE
EL BRUJO QUE VINO DE BARINAS
LA TARDE DEL QUINTO MES
LA TARDE DEL QUINTO MES
– ¡Mami! ¿Te vas a lavar para el caño a esta hora?- Preguntaba el pequeño Pancho a su mamá, al verla con el saco de ropa sucia.
–Sí, hijo, es que duré mucho rato pegá el fogón y no pude ir más temprano.
–Pero, mami, ya son como las cuatro y algo e’ la tarde,ya está bajando el sol.
–No importa, Pancho, yo no me voy a tardá mucho, solo voy a lavá unos trapitos. Dijo doña Antonia, ya casi saliendo del rancho con su saco lleno de ropa.
– Pancho, no se te olvide lo que hablamos anoche. Y sabes, mijo, nada de estar jugando solo en la sabana.
Doña Antonia, una mujer más buena que el agua y llena de humildad, había criado a su único hijo sola después de quesu esposo, un domingo hace seis años atrás, se colgara del cuello en un palo de mango que tenía en el patio de la casa. No se cansaba de ver sus ramas casi todos los días, con lágrimas en los ojos, recordando ese momento de dolor.
Ella acostumbraba todas las tardes, cuando iba a lavar la ropa a la orilla del caño, encomendarles, la seguridad de su hijo y su rancho de palma, a la Santísima Trinidady a San Miguel Arcángel. Le había prohibido a Pancho alejarse mucho de la casa y menos para jugar solo en esos “claros e’ sabanas”, pues, ella recordó que estaban en el mes de mayo. Este mes en el Llano es tomado como el mes en el que el Diablo anda suelto, ya que las ánimas y espíritus malignos, abundan por esos lados y mucho más en el pueblo La Asunción, donde los niños de esa zona puedencontarse con los dedos de las manos. Según cuentan los pobladores, esto se debe a la maldición que escuchó Rafael y su esposa Catalina de unos fulanos duendes con fuego en los ojos, que vieron en el conuco de doña Trina, la dueña del hato La Caimanera, después de haber perdido a sus dos hijos, misteriosamente, en ese mismo lugar, por jugar con una monedeas de oro que se encontraron quién sabe dónde yque no la soltaban ni para comer. El nombre maldito de aquellos seres decía así:
Cuando llegue el quinto mes
ya casi cayendo el sol,
le caerá la medición
a su casa no volver,
a aquel niño juguetón,
que salga de algún rincón
y a estos duendes pueda ver.
Esta era la preocupación de Antonia, dejar solo a su hijo por un rato, pero como Pancho, a pesar de su edad, era el hombre de la casa, confiaba enque le hiciera caso y que no saliera de allí hasta que ella no llegara.
Como todo niño de esta edad, Pancho se entretenía con cualquier cosa que encontraba. Una vez, le llamó mucho la atención ver las bandadas de corocoras que ya regresaban a los nidos. Sin recordar la advertencia de su madre, salió de la casa a caminar y se puso a jugar con su perinola, mientras veía las aves regresar a susrefugios como todas las tardes en el Llano, de pronto, oye una voz muy fina, casi como el sonido de una tiza en un pizarrón, que le decía amablemente:
– ¿Puedo jugar contigo?
Pancho, extrañado, se da media vuelta y le pregunta:
–Y, ¿tú quién eres? ¿De dónde saliste? El pequeño desconocido de voz aguda, respondió:
– Solo digamos que soy tu amigo, porque veo que no tienes uno, pues, si tuvieras, noandarías tan solo por aquí. Yo vivo por acá cerca del hato La Caimanera.
Pancho, ya entrando en confianza con el pequeño, le dice:
– Entonces debes ser familia de doña Trina, la Conuquera, ¿verdad?
Y el misterioso niño dice en un tono muy convincente:
–Mmm, digamos que vivo ahí de hace un buen tiempo, pero no soy familia de ella.
Encontrándose solo el joven Pancho y aún a la espera de su madre, sedispuso a jugar con su nuevo amigo. Éste, aparte de jugar perinola a la perfección, como Pancho, también le contaba historias alucinantes como la de la tinaja de morocotas que se hallaba al final de un arco iris y todo tipo de historias que tuvieran que ver con dinero enterrado, algo inusual para un pequeño que aparentaba los nueve años de edad. Sus ojos brillaban de emoción cada vez que hablaba...
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