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La odisea de un pueblo árabe
Era sábado por la noche y el tirano Emperador Abdul, estallaba en enojo como cualquier otro día, gritaba y soltaba pataleos a diestra y siniestra. Tal vez cualquierpersona pensaría que algo terrible ocurría en la vida del Emperador; una familiar muerto, una astilla enterrada en su dedo gordo o tal vez una mala noche pero no, para Abdul el que le trajeran la comidaun minuto después de lo que la pidió era causante de este descontento, y les puedo asegurar es peor de lo que se lo imaginan porque yo soy el mesero que demoró esos valiosos sesenta segundos. Ese erasolo mi primer día en el palacio, jamás me hubiera imaginado que iba a vivir lo que viví.
Abdul era una persona fría, no tenía sentimiento alguno, los otros sirvientes y yo utilizábamos nuestrotiempo libre fantaseando maneras de fastidiar su existencia aunque sabíamos que era técnicamente imposible debido al poder que el emperador ostentaba. Su palacio era mas grande que toda la ciudad, cobrabael ochenta por ciento de lo que la pobre gente lograba ganar como impuesto para sus caprichos, no le importaba nada.
Una noche un terremoto sacudió a la ciudad, todo quedó intacto excepto elpalacio. Los otros sirvientes aprovecharon la oportunidad para huir del lugar pero yo me tenté el corazón y busqué entre los escombros a Abdul para asegurarme de que estuviera bien. Lo encontré ysorprendentemente estaba devastado, todo su dinero se había caído en pedazos.
Intentando consolarlo le conté una historia que había estado presente por generaciones en mi familia. Una historia que relataba elpoder fantástico de una joya encontrada en algún lugar del desierto del Sahara.
El emperador se empeñó en hallarla, durante su viaje se dio cuenta de que en realidad el pueblo al que gobernabanecesitaba mas un milagro que el, pero también estaba consiente que la joya no podía brindar ayuda a la población y la reconstrucción de su palacio. Después de cuarenta días de viaje el emperador...